martes, 25 de septiembre de 2012

Hola, Hallo! Hoi!

Y de aquí vamos a algo tan sencillo como los saludos.. si? pues yo les digo, vamos a pensarlo de nuevo...


   Cuál iba a ser mi sorpresa cuando llegué a casa de mis cuñados (la familia del hermano de mi marido, todos holandeses) para una fiesta. Era la primera vez que iba ver a esposa e hijos de éste (Él fue de lo más lindo en ir a México para la boda, junto con el hermano mayor y la mamá por lo que ya había tenido el gusto de conocerle), éste era un evento importante para mí: mi nueva familia holandesa.
 Por lo que la presentación y el correcto saludo eran muy importantes para mi, en ánimos de causar una buena impresión...
   Allí estaba yo, increíblemente nerviosa, por ser consciente de mi poco dominio del idioma, pero también porque mi cuñada había sido muy linda de mostrarme fotos antiguas de la familia (vía internet), así como darme la bienvenida al nuevo grupo. Nerviosa, pero me dije "Ahora es cuándo chile verde, que le haz de dar sabor al caldo"! Por lo que entré a la reunión.
   Mi marido me iba presentando a cada uno y para saludar... TRES besos. Sí, como leen, no uno como en la Ciudad de México, situación que a veces me parecía indiscriminada porque de pronto debes besar gente que acabas de conocer y hasta la que no te cae bien; no dos besos como los Españoles (Olé y como dijo Jesucristo: hay que dar la otra mejilla); NO, aquí hay que dar sino tres! Tres besos por persona. Esto es el cuento de nunca acabar.
   Y como diría mi madre: Me muero parada! espérame, nada más la familia de mi cuñado son 5, más los hermanos de mi cuñada, su mamá y la familia de su mamá, mi suegra y el otro hermano...Para no hacerla larga... fueron como 50 besos y para la despedida? LO MISMO!!! Uno termina con la boca tiesa de tanto beso.
   ¿A que deben los holandeses esta euforia de los besos? la verdad, nadie (holandés y no holandés) me ha podido explicar a ciencia cierta del porqué de esta tradición, únicamente que así se hace y ni hablar. Al país que fueres, haz lo que vieres. Pero como no me gusta quedarme con la duda, me puse averiguar en el internet
   Según encontré en una página de internet la costumbre de los 3 besos proviene de la zona sur de los Países Bajos (Brabante y Limburgo), quienes los hacen así, para diferenciar el saludo de los besos de cumpleaños (2 besos). Por qué? No se especifica. Éste saludo se realiza normalmente entre mujeres, así como mujeres y hombres, más no entre hombres, a menos que sea entre padre e hijo. Con el tiempo, ésta costumbre se fue extendiendo en el resto del país, hasta que, en nuestros días, nadie recuerda a bien el porqué. Sin embargo,cabe aclarar que lo de los 3 besos en una forma de saludo que nada más se guarda a los familiares y amigos muy cercanos.

   Como soy de lo más curiosa en esto de tradiciones y demás, encontré que también existe en Holanda la tradición de dar un pequeño beso en la boca entre hombres y mujeres conocidos (AYYYYY NOOO!!!). Digo, quiero a mi nueva familia, pero como dicen "De lejos se ven los toros".
   Y bueno, al menos no tienen tradiciones de saludo como en algunos tribus africanas, donde los caballeros se saludan sacudiendo el pene del contrincario (uno si son conocidos, dos o tres si son amistad o familia y más... eso dicen, ya son mañosadas) y las mujeres se aprietan los senos, aplicando la misma lógica que los caballeros (auch! le ven a uno cara de vaca lechera?). Y si me salen conque adquieren esa costumbre, allí sí que les digo: Ahh no me chiflen que es cantado!!! En la reunión que les comento habría terminado como mango manila, toda magullada.

   Por lo platicado con otras latinas, ésta es una de las cosas a las que no te acostumbras tanto, pero que ya dejas de cuestionar. Pero por lo que sea, cuando voy a reuniones con latinos, no es raro que nos digamos: "Un sólo beso o a la latina". Y santo remedio para santo mal. Te ahorras media hora de saludadas.

    ¿Cómo es que algo tan sencillo termina convirtiéndose en algo tan complicado? No lo sé. Pero ahora ya no lo pienso tanto o de plano, cuando llego a una reunión, saludo como los apaches: Levanto la mano derecha y digo Hoy (se pronuncia Joi y es un simple Hola!).



martes, 18 de septiembre de 2012

Lo que bien se aprende... ¿Nunca se olvida?

Amesfoort.                Alba Salgado
Comenzaré las experiencias de esta mexicana en Holanda con algo de los más común en este país: La bicicleta.

      Jamás he sido una persona deportista (lamentablemente mi cuerpo muestra, sin lugar a dudas, este defecto), pero en alguna época de mi vida sí que me divertía horas enteras dándole a los pedales de la bicicleta, cuando era niña...
   Eso fue cuando los dinosaurios aún dominaban la tierra y había que huir rápidamente de ellos, pero bueno.
   Hasta la fecha yo fui una de las tantas personas que jamás puso en duda el bendito dicho de que "Hay cosas en la vida que siempre se recuerdan, como andar en bicicleta". Ahora pienso que a quien dijo semejante disparate, deberían darle una patada donde la espalda se encuentra con las piernas y pierde su honroso nombre. ya verán por qué...
   Mi marido, cuando yo apenas tenía unas semanas de haber llegado a este país, de buena intención quería mostrarme los alrededores de donde ahora vivo, para lo cual ocurriósele la brillante idea de prestarme su bicicleta. Digo, algo más común y usado para desplazarse aquí, no hay. Todos o casi todos, poseen al menos, una bicicleta y mi marido no es la excepción.
   Para que puedan hacerse una idea de cómo es, debo decir el apodo que le puse: La matraca (Wikipedia diría: instrumento de madera que suena cuando se hace girar), al cual hace buen honor. Creo que la bendita perteneció a su padre (o cuando menos así parece), hace más de 40 años atrás, está bastante oxidada y cuando uno anda en ella, todo le suena... menos la campanilla.
   Cuando la vi, puse ojos de pulga y simplemente dije: ¿En verdad quieres que me suba a eso? Al ver su cara de incomprensión, regresaron mis ojos a La Matraca, con la misma incredulidad con los que había visto a mi marido. El problema no era lo oxidada, porque pensé que de tan sólo tocarla iba a necesitar ponerme la vacuna antitetánica. Tampoco el que la bici es para caballero (como dije, era del padre), por lo que su cuadro es recto (no con espacio al medio como el de las mujeres), significando que para montarla, es necesario echar la pierna al vuelo, cual si se tratara de un caballo.
   Mi problema fue la altura. Y miren que no soy bajita de estatura (mido 1.70 mts), pude llegar a ser más alta, pero la naturaleza dijo allí te quedas y la verdad, me parece una estatura bastante cómoda. La bicicleta me llegaba por arriba de la cintura y el sistema de frenos es de contrapedaleo, es decir de echar los pedales para atrás en caso de desear frenar y no con freno de almohadillas en las llantas, controlado por las manos, que es el sistema al que estoy acostumbrada. La bicicleta es, en pocas palabras: Rústica.
   En ese momento me imaginé que mi suegro (a quien aún no conocía aún) debía medir 2 metros de altura o algo así, ya que realmente me pareció enorme. Sin embargo, ya una vez que presté atención a los otros, me di cuenta que esa es la costumbre, bicicletas bastante altas, en las cuales se va prácticamente de pie y no como las de montaña (a las que yo estaba acostumbrada).
Leiden.                              Alba Salgado
   Así, para darme valor, me recordé el viejo dicho: "Hay cosas en la vida que nunca se olvidan, como andar en bicicleta".
   Qué dijeron?Pues si?... Pues no!
   Primero, para controlar la bicicleta, fue una proeza, porque ya había perdido la costumbre de andar en éstas, no entiendo cómo no terminé debajo de las llantas de algún automóvil. Porque la pobre se meneaba para todos lados debido a mi falta de pericia. Muy en serio me pregunté la posibilidad de agregarle llantitas de aprendizaje, a lo que mi marido se negó rotundamente (ok, ok, lo de las llantitas QUIZÁ era demasiado).
   Después, mi marido tuvo que alcanzarme a toda velocidad, ya que por ningún motivo iba a frenar. Digo, ya había logrado avanzar sin parecer que estaba totalmente borracha, en ese momento no comprendí cómo andaba, siendo niña, tan quitada de la pena en una bici y comprendí menos que, en caso de ser necesario, yo podía frenar a contrapedaleo (la primera bicicleta que tuve tenía ese sistema, pero estamos hablando de más de 25 años atrás), simplemente no lo entiendo. Ya que en caso de caer, subirse era como ver a los apaches trepar a pelo en sus caballos. No, si mi marido quería, debía alcanzarme (con su bicicleta de carreras no debió ser mucho problema, creo).
   Cuál vino a ser mi sorpresa cuando llegamos a un cruce de avenida con semáforo en rojo... Oh cielos! Me gustara o no, había que frenar y lo como Dios me dio a entender, lo hice. Estaba feliz porque no había ninguna persona cerca... Si? Pues el gusto me duró muy poco. Uno a uno se fueron congregando las personas a mi alrededor, todos esperando la lucecita verde (Sí, acá se respeta bastante lo del semáforo) y como es un crucero importante, el grupo fue considerable.
   De pronto, Luz verde. ¡Vamos mujer! ¡Vamos!¡Tu puedes! Brinca a la bici e intenta no matarte o matar a alguien... Si es posible.
   Eso es lo último que recuerdo. De pronto, la bicicleta fue poseída por quién sabe qué demonio, por lo que, sin la menor advertencia, el manubrio giró hacia la izquierda (no estoy segura a qué lado, pero de que giró sin yo pedirlo, giró) y mientras pedaleaba entre la gente, la bicicleta hizo una rápida vuelta en U, estilo película "Rápido y Furioso" (casi casi con quemada de llanta y toda la cosa), sin que yo o los demás cayeran, alejándome del entronque a toda velocidad, pero no hacia donde yo quería...
Estacionamiento de bicicletas en Amsterdam. Alba Salgado
   Mi marido se encontró de pronto abandonado por mi, volteando a todos lados hasta encontrarme lejos del entronque en medio de carcajadas, rumbo a otro pueblo.
-¡No mujer! Ese no es el rumbo.¿A dónde vas?
   Otro montón de carcajadas, por lo que no podía ni responder, ni parar, ni darle vuelta a la bicicleta.
   Después de una serie de intentos y fracasos nada elegantes, pude dominar la bici lo suficiente como para cruzar la avenida y remontar las callecitas del pueblo al que íbamos. Lo había logrado, bueno, algo así, porque en cuanto alguien se atravesaba en el camino, comenzaba a gritar en español y a veces en inglés (con el miedo apenas sí recordaba mi idioma, menos los ajenos), que se quitaran de enfrente.
   Tiempo después, compramos una bicicleta de segunda mano (de Marktplaats luego hablaré), bastante barata. Más a mi tamaño y según una amiga holandesa que sabe un poco al respecto, del tipo sport.
   Si, ríanse lo que quieran, pero cuando le platiqué a otra mexicana lo alto que me parecían las bicicletas, ella me comentó que se tuvo que comprar una bicicleta para NIÑA, ya que como les dije, las otras eran gigantes para ella.

   Las bicicletas acá no son grandes, sino enormes. Si, si ya sé que vienen en diferentes tamaños y colores, pero lo que digo es en serio. Acá las bicis, parecen de panadero (recuerden las películas de Tintán para que se hagan una idea). Con la matraca (la bicicleta de mi marido), para comenzar a pedalearle hay que agarrar impulso primero para subirse, y en caso de tener que detenerse,  jamás podría estar a horcajadas, sin conocerla biblicamente.

   De allí vino la pregunta:
-Todos pasan por este proceso?
Pues bueno, no (Al menos a la mayoría de los holandeses). Una vez, con una compañera de clases comentábamos que los holandeses, antes si quiera de aprender a caminar, ya se han subido a una bicicleta. No, no soy exagerada, aunque ustedes lo piensen. Lo que pasa es que los holandeses que tienen hijos (y bicicleta, claro está), ponen los asientos especiales para bebé. Algunos ubican la silla  sobre el manubrio de la bicicleta y muchos más van detrás del conductor, cosa que me parece menos estresante para el chamaco, tanto que varias veces los he visto cual títere que le cortaron las cuerdas, dormido a sus anchas mientras la pobre madre va pedaléandole con singular alegría.
   Yo no estoy segura si llevaría un bebé en la bicicleta, digo, con lo torpe que soy, ambos podríamos terminar despatarrados en el suelo porque yo no doblé correctamente a la esquina. Y miren que con mi sobrino jamás fui sobreprotectora, sino un cafre al volante de los carritos del supermercado.
   En cuanto el niño está en edad de pedalearle por su propia cuenta, allí se le ve junto a la gigantesca bicicleta del orgulloso padre, con sol, lluvia y hasta con nieve. Y después, irá por su cuenta (o con los amigos) en su propia bicicleta, incluso a media noche con tremenda juerga encima.
   Recuerdo que cuando era niña (otra vez, recordemos la era de los dinosaurios), una especie de burla era decirle al contrincante: Tu abuelita en bicicleta... ¡Vaya que eso molestaba!Pues bueno, esta frase no tiene nada de especial acá, al punto que no tiene sentido, si pensamos que mi suegra a sus 81 años de edad prefiere más su bicicleta que el carro (ok, a menos que deba cargar cosas muy pesadas o viajes largos). Y la señora es abuela de más de 7.

   Holanda, como dicen en mi tierra: ¡es un pueblo bicicletero! Y se sienten orgullosos de ello (y bueno, por qué no?):

Las calles tienen un espacio reservado para transitar en bicicleta , en un muy identificable suelo color rojo y/o una dibujo de una bicicleta en el suelo. En la mayoría de las calles, la bicicleta lleva la preferencia de paso, por lo que a veces se ve en la calle una fila de 3 o 4 carros detrás de alguien yendo plácidamente en su bicicleta.

   Para los viajes más largos, hasta los trenes tienen vagones en los que se puede uno subir con ellas (previo pago extra y en ciertos horarios, claro está) ó uno puede comprar bicicletas plegables, con las que no es necesario pagar la cuota extra, ya que son consideradas como simple equipaje (eso si, son más caras que las bicis normales). A partir de las estaciones de trenes, todo está aproximadamente a 10 o 15 minutos con la bicicleta.
   Ya quisiera uno tener la  mitad de las facilidades en México, lamentablemente la única facilidad que te dan es la de morir bajo las llantas de alguien que considera "divertido" aventarte la camioneta o "cómodo" dejar su carro tapando la banqueta donde transitas...
   Acá ya salgo sin peligro de matar a alguien (o matarme) con la bicicleta, cuando el tiempo lo permite, salgo un rato a recorrer los alrededores, tomar fotos y disfrutar los paisajes...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Hola,

Bienvenidos a este blog. En este pequeño espacio, espero poder plasmar mis impresiones de lo que significa para una mexicana (yo) el venir a (sobre)vivir al país de los tulipanes y los molinos de viento. Mi proceso de adaptación o inburgering, como dirían en holandés, no ha terminado. De hecho, me pregunto si llegará a terminar algún día.

   Hace casi dos años que llegué a esta nueva tierra. Sí, es el viejo continente, pero para mi es un nuevo país en el que he tenido que vivir, o acaso, como he puesto en el título, he tenido que sobrevivir.

   No soy una persona que haya viajado demasiado en su vida, adoro viajar, pero hasta los 35 años, sólo lo hice dentro de mi propio país; por lo que no pretendo presentar una guía de viajero o un método para acoplarse a este país, sino simplemente plantear mi visión de lo que ha sido para mi una nueva vida, así como nuevas costumbres y si es posible, verle el lado cómico a las cosas.

¿Cómo llegué aquí? Vaya, muy buena pregunta. Me enamoré de un holandés y decidimos radicar acá (y por eso no me quejo). Y como a varias de las latinas que andamos por estos lares, creí que adaptarme sería fácil... vaya que las cosas son diferentes.

   Y es sobre esas diferencias, que deseo escribir...