Esta semana mi vida ha girado sobre una sola cosa: Un dolor de muelas.
Puede ser gracioso como, tras algo tan pequeño como un diente, el mismo mundo parece perder color y detalles de todo lo demás. Y digo puede ser gracioso, de no ser que quien está pasando las de Caín soy yo.
Primero, porque casi al pie de la letra de la ley de Murphy (ok, la ley de Johnson y Laird): Los dolores de muelas SIEMPRE empiezan los viernes por la noche. En mi caso, viernes comenzó un ligero malestar... el dolor, DOLOR, atacó traicionero, cubierto por la obscuridad de la noche, el sábado, mientras estaba en casa de unos amigos.
Ahora bien, antes de que se me acuse de ser mariquita uyuyuy (vieja quejumbrosa), he de comentar que ya he pasado algunas endodoncias (extracción del nervio del diente), una de ellas realizada por un seguidor del Marqués de Sade, sin que yo tomara más allá de un ibuprofeno cada 8 horas, por lo que creo saber de dolor... hasta esta semana.
Lunes, a primera hora llamé al dentista más cercano a mi casa, quien trató a mi marido rápido y prácticamente indoloro, según me dijo él.
- Lunes no hay consulta del dentista, sólo hay higiene dental.- Dijo la asistente
¿En serio???? digo, ante la ley que les acabo de decir, me parecería lo más lógico (y bueno para el negocio de todo buen dentista) el atender los lunes, en específico, las urgencias. Digo, algunos llevan esperando un par de días con tremendo dolor... Pues nada, luego dice que "SI QUIERE, le hacemos cita el martes a las 8:50" ¿Tan temprano? Ok, por mi no hay problema.
Desvelada porque el dolor no me dejó dormir (salvo un par de horas cuando recién tomaba el analgésico), llegué a tiempo a la cita. Después de un rato, la asistente y el dentista salen curiosos a verme.
- ¡A ver al cine! ¡Y para hacerlo hay que pagar!- fue lo que pensé ante las miradas.
- Usted es la española- dijo la asistente. ¡Mexicana! es lo que pensé para mí, pero luego recordé que si Española es exótica, mexicana es... impensable.
Cuando me hacen pasar, la asistente y el doctor me dicen: Parece que hubo un problema en el sistema, porque su cita no se registró, así que tengo otro paciente. ¿Puede venir a las 3:30 de la tarde, hoy?
Bueno, el dolor de muelas en ese momento no era grande, por lo que la paciencia aconsejó: sí claro. Digo, no es como que agarro un cepillo de dientes y los amenazo de muerte para que me atiendan. Por lo que regresé horas después, no sin antes comentarle al dentista que estaba allí porque tenía dolor.
A la hora pactada, las dos asistentes del dentista salieron a verme. Una de ellas me hizo pasar para decirme que OTRA vez, que el sistema no me tenía registrada, pero de todas formas, entre las dos, "solucionaron" el problema, anexándome a la cuenta de mi marido.
¿Perdón? YO pago un seguro por mí, no es que sea un seguro familiar pagado por él, entonces no entiendo por qué YO no puedo tener mi propia cuenta,dígase que para acceder a mi historial, debo decir la fecha de nacimiento de mi marido y su nombre...
- Raro- Es lo que pensé.
- Haré el control general- Dijo el dentista- Comentó en la mañana que tenía dolor
- Si, se trata de la muela del juicio.- Expliqué en lo que me acomodaba para ser atendida.
Creo que tardé más en sentarme que él en meter sus manos en mi boca, picar aquí, picar allá (¡malvado, se aprovechó de que yo estaba desprevenida!), sacar dos radiografías, una del lado que me dolía y otra del lado contrario (¡Hombre! ¡olvídese de la otra muela que esa no tiene nada, sólo quíteme el dolor!). Para después sacarme del asiento mientras decía: - Cita para el viernes.
- ¿VIERNES?- Es lo que pensé -¡Calma alba! va a darte algo, no te preocupes- pensé. Pero así, sin más se da la vuelta para arreglar el sillón.
- Oiga, pero ¿Sigo con Ibuprofeno y Paracetamol intercalados? porque de otra forma no aguanto el dolor.- Esa fue mi treta para que supiera que estaba tomando muchas pastillas y que allí el debía recetarme UNA sola, pero capaz de tumbar a un caballo.
- No le puedo decir qué le pasa hasta que vea las radiografías.- contestó algo molesto.
A ver, que yo no pregunté qué tenía, sino que deseo quitarme este dolor que ya me trae loca. Pero bueno, no es prudente pelearte con quien va a trabajar en tu boca con jeringas y artículos punzantes.
A ver, que yo no pregunté qué tenía, sino que deseo quitarme este dolor que ya me trae loca. Pero bueno, no es prudente pelearte con quien va a trabajar en tu boca con jeringas y artículos punzantes.
- Ok, pero entonces ¿sigo con el ibuprofeno y Paracetamol?, porque tengo mucho DOLOR.- Se nota que estoy tratando de ser clara, no fuera a decir que mi holandés no era entendible.
-No, tome sólo el ibuprofeno cada 8 horas.-
-¿ 600 ml. de ibuprofeno cada 8 horas? ¿Untado en los pies? Porque va a hacer el mismo efecto que vía oral. Fue lo que pensé.
Estaba tan sorprendida de todo lo que pasó que simplemente salí del consultorio pensando que ese doctor estaba completamente loco si creía que yo iba a poder pasar otros 3 días con menos analgésicos de los que estaba tomando hasta ése momento.
Luego recordé lo que les conté sobre recibir medicamentos cuando se tiene una gripa: simplemente te recetan un mugriento paracetamol (o en algunos casos, ibuprofeno) y con eso, hasta una herida de bala se arregla.
¡Algo me dice que el Santo Patrono de Holanda es San Paracetamol de los dolidos o la virgen del bendito Ibuprofeno! porque según los doctores, con una raquítica pastillita y quizá una veladora, piensan que todos los males de este mundo se arreglarán.
¿Vieja exagerada? Hace tiempo, mi marido se atrapó un dedo con las puertas de un elevador industrial mientras trabajaba, el pobre, después de aguantar cuanto pudo, fue con un dedo morado y completamente inflamado a urgencias. Allí le sacaron radiografías para descartar una fractura del mismo. Luego, simplemente picaron la uña para sacar la sangre aprisionada y lo mandaron a casa
-Si duele, tómese un paracetamol cada 8 horas- Y vamos para afuera de la sala de emergencias.
Cuando lo vi en la noche, casi estaba revolcándose del dolor, porque el paracetamol simplemente no servía. Por más que insistí, mi marido no quiso regresar a la sala de emergencia a pedir un analgésico más fuerte. Pero bueno, eso es tener fe a un medicamento ¿no creen?
Eso sí, uno se queja del servicio dental y médico de nuestros países tercermundistas, sin embargo, es en estas experiencias, donde creo que no valoramos completamente lo que tenemos.
¿Vieja exagerada? Hace tiempo, mi marido se atrapó un dedo con las puertas de un elevador industrial mientras trabajaba, el pobre, después de aguantar cuanto pudo, fue con un dedo morado y completamente inflamado a urgencias. Allí le sacaron radiografías para descartar una fractura del mismo. Luego, simplemente picaron la uña para sacar la sangre aprisionada y lo mandaron a casa
-Si duele, tómese un paracetamol cada 8 horas- Y vamos para afuera de la sala de emergencias.
Cuando lo vi en la noche, casi estaba revolcándose del dolor, porque el paracetamol simplemente no servía. Por más que insistí, mi marido no quiso regresar a la sala de emergencia a pedir un analgésico más fuerte. Pero bueno, eso es tener fe a un medicamento ¿no creen?
Eso sí, uno se queja del servicio dental y médico de nuestros países tercermundistas, sin embargo, es en estas experiencias, donde creo que no valoramos completamente lo que tenemos.
Así, debía aguantar con mi calvario... hasta el viernes. Pero una cosa es lo que uno se propone y otra muy diferente lo que un dolor de muelas puede hacer. Además, pensé, a ver si el viernes no me sale el desgraciado conque tengo infección, por lo que sólo puede darme antibióticos y esperar a que se me quite lo que tengo (porque el absceso ya abrió), no me vaya a infectar peor si hace tratamiento del diente.
En la noche del martes, sentada frente a mi computadora, trataba de chatear con mi madre, intentando olvidar el dolor que ya me estaba desesperando.
- ¿Por que no te pones compresas calientes?- fue la sugerencia de mi madre, después de descartar el remedio de clavo de olor (ya lo había hecho más de 2 veces y ni el sabor le sentía por tanto dolor).
Así, tomé una de esas bolsitas rellenas de líquido transparente que venden para calentar las manos en el invierno. Esas que tienen algo como una monedita que al presionarla, cambia a un color blanquecino, endurece y ¡se calienta a unos 50 grados centígrados!
Pese a que son más bien para cuando estás en la nieve y andas con manos heladas, yo lo he usado normalmente para dolor de espalda, cuello y ahora, de dientes.
Ante la necesidad de que las bolsita se mantuviera en su lugar y que yo pudiera seguir chateando con mi madre, decidí ponerme una pañoleta alrededor de la cabeza, muy a la vieja usanza de los abuelos...
¡¡¡Ahora entiendo por qué lo hacían!!! |
¡Divina que me veo! Fue lo que le dije a mi madre, cuando me vi al espejo. Pero bueno, si eso me quitaba el dolor, nada me importaba verme como musulmana sacada de las mil y una noches. Mientras mi madre estaba a las risas ante la foto que me tomé con el teléfono celular (móbil).
Platicando, le dije a mi madre que mi marido había salido a su práctica de saxofón. Quien toca en una orquesta amateur del pueblo donde vive su madre. Por lo que estaba preocupada de que fuera a regresar a la casa de improviso para encontrarme con el amarrado a la cabeza.
-¿Pues cuál es el problema? No seas vanidosa- Mi madre me regañaba
- Nooo, si no es ser vanidosa, sino que me da miedo que entre a la casa y no me reconozca con el trapo alrededor de la cabeza. Digo, no vaya a creer que soy algún terrorista talibán y me vaya a agarrar a golpes con el palo de la escoba!-
Yo no paraba de reir ante la imagen mental de mi marido corriendo por la escoba para agarrarme a golpes cual piñata de posada navideña. Digo, con el nudo de la pañoleta en mi cabeza, seguro que me veía como piñata de la Hello Kitty. Y con el bendito bozal alrededor de la cabeza, no iba a poder abrir la boca para decirle que el terrorista Talibán no era otra más que su esposa.
- ¡Y es que después de dos palazos, seguro que me va a sacar el relleno!- En esos momentos daba dos carcajadas y un lamento por el dolor de la bendita muela.- Eso sí, ¡En una de esas le atina al diente y me saca de este problema!
- Ayyy mujer, es que ni a tí te perdonas con las bromas!- Reía mi madre.
- ¿Perdonarme la broma? Si con más razón me río.- Quejido, risa, quejido de mi parte
La verdad es que sí, ante cualquier problema, podemos optar por sentirnos mal o por reir y la verdad, riendo se pasa mejor el tiempo.
- Lo peor de todo- Le dije a mi madre- es que cuando lo cuente, van a decir:¡¡¡Ayyy la vieja exagerada!!!