viernes, 13 de diciembre de 2013

Para esos antojos...

   En esta ocasión les voy a contar algo que me dejó con el ojo de chícharo y la boca más que abierta en cuanto lo vi. No, no me encontré al actor Rutger Hauer (háganmela buena!), único holandés con el que le pondría los cuernos a mi marido y él lo sabe (mi marido, no Rutger, digo, ya quisiera que éste compadre supiera de mi existencia... o bueno, mejor no, no vayan a ser eso de las tentaciones).
Rutger... en sus buenos años (hace vaaaarios años)
   Ok, siguiendo con ésto de las impactadas... Allí estaba yo, caminando con mis bolsas de compras; ¡¡¡¡ohhh si!!!! iba yo cual Lady de la Jai Sosaity (mmm. algo me dice que NUNCA brillaré en sociedad con ese inglés). Pero lo de las bolsas no era por gusto, sino porque acá así se las estilan: vas a la tienda, te compras una mugrienta tanga y te dan una bolsa en la cual cabes tu, tu marido ¡y hasta el perro! Además, hasta las tiendas de hiper- descuento (estilo importa-cosas chinas) te dan su bolsón y pues nada, Albita no iba a ser la excepción y allí va la muchacha con el montón.

   He de aceptar que eso de la bolsota como que te infla el ego. Digo, no necesitas gastar mucho para verte cual millonaria en Rodeo Drive (o la quinta avenida, si les gusta más Nueva York) y la verdad es que el efecto de las mugrientas bolsas como que sí, te levanta el ego (Ohhh ¡móndrigos mercadólogos! ¡lograron su cometido de llevarme al consumismo sin remordimientos!)
   Allí iba yo con el bolserío, rumbo a mi autobús... Y si, primero iba yo muy como dama de alta sociedad, para terminar subiéndome en el transporte público, pero por favor, para hacer el shoping, eso de irse con la motoneta... nop. Ya verían a la mexicana loca (yo) a toda velocidad (25 kilómetros por hora), con el montón de bolsas y una sonrisa del gato que se comió el canario...
   Además, el clima ha estado horrible, dígase lluvioso ¡que milagro! (nótese aquí el tono irónico de la frase, porque aquí practicamente SIEMPRE llueve), por lo que las bolsas del Primark (hechas de papel kraft) se habrían deshecho en segundos y luego vendría el reguero (recuerden, a toda velocidad) de calzones, calcetines, piyamas afelpadas y cuanta porquería me había comprado en esa ocasión, en una visión bastante rara de Ninfa que va por el bosque lanzando pétalos de rosas (ok, en mi caso, calzones), mientras tararea una bella canción.
   Otra vez, en mi caso, en vez de canción, serían injurias e insultos contra los de la tienda (y los móndrigos mercadólogos, digo, porque ésta fue su idea) que aunque me ayudan a aumentar mi ego y me quitan la sensación de culpabilidad al gastarme lo que NO debía en cuanta porquería me había encontrado, me fastidiaban la existencia por darme sus pinchurrientas bolsotas de papel! (digo, ¿a quién se le ocurre tal tarugada?).
   No, el clima pedía automóvil, pero como soy pobre, de familia numerosa (2), hermanos proletarios y padres campesinos (ok, ejém, bueno, no es cierto, pero así suena más dramático, no me lo pueden negar) y como es más urgente (e importante) que mi marido vaya a trabajar.. me dije a mi misma: 
- A falta de pan, tortillas mamita - por lo que allí va Albita con todas sus porquerías a abordar su transporte público.
   Cuando de pronto, veo una máquina automática. Si, de esas como las que venden cuanta chuchería no deberíamos comer, pero que son, a veces, la fuente de nuestra ingesta calórica (dígase comida o tentempié), así como de todos los kilos de más de los cuales ya me he quejado, poseo. Cuando la ví, me dije:
Máquina automática de Zaandam, Estación Central
-¡Maravilloso!, ya van a comenzar a llenar este sitio con sus porquerías ¿y luego? Basura en el piso, porque la gente no tiene el cuidado de botar la basura en su lugar....- Albita(dígase yo), comenzó otra más de su larga lista de discusiones consigo misma, cuando mi mirada vio las "botanas" dentro de la bendita máquina.
   No señores y señoras (seños, pa' no errarle), ésta máquina automática era diferente. No en forma, estilo o color, sino en lo que vendía.
   O más bien dicho, en lo que NO vendía, sino ofrecía. Si, o más bien dicho NO, NO vendía dulces o refrescos o NADA... Ahhhh ya pusieron cara de ¿JUAT? Pues esa misma puse yo cuando observé que en vez de dulces o comida chatarra, dentro había Libros.
-¡¡¡Alla Pinchi!!!!(como decimos en mi rancho)- Nada más dije al ver el contenido. 
   Si, leyeron bien LIBROS, de esos que ya casi nadie lee por culpa de las nuevas tecnologías, quienes nos han vuelto lectores ávidos, pero de las redes sociales, tales como el Facebook, Tweeter, Whatsapp o... ¡ayyy tantos otros más!

   Cada vez más, la gente se cierra en su mugriento aparatito, al punto de que los pocos momentos para convivir, son con el teléfono y en completo silencio. Tantas han sido las veces que he visto adolescentes molestos porque los padres los "Obligan" a ir de vacaciones, por lo que durante todo el bendito viaje, sólo los ves con los ojos pegados al teléfono, presumiendo lo muuuucho que se están divirtiendo (Facebook obliga a poner una vida maravillosa)
Suena a broma, pero  es tan cierto...
   Leemos toneladas de cosas, claro, pero todas ellas escritas por otro compadre que no lee y escribe textos de !mátame! por la pésima ortografía que se bota.

   A ésto, debemos agregar la cereza del pastel, ohhh sí, la crisis económica, quien al entrar por la puerta, hace que la cultura salte por la ventana, creando la combinación perfecta para una modificación, si no es que una deformación del ya deformado idioma.

   Y aunque más de uno/a siga en la creencia de que acá en los países de "Primer Mundo" TODOS leen, he de decir que quizá sea un acto realizado en la privacidad del hogar, porque lo que es yo, no es como que en los 3 años que he andado por estos lares, me haya encontrado gente en los lugares públicos leyendo. Además, la biblioteca a la cual me suscribí este año (2013), me mandó un correo electrónico, solicitando una firma para solicitar que NO desaparezca esa "sucursal", ya que el gobierno holandés, ha seguido en sus recortes presupuestales hacia la cultura, cancelando miles o millones de euros que dedicaba cada año.
   En otra ocasión (Y ya más con calmita) les voy a hablar de las bibliotecas (esperando que no me cierren la mía antes de que yo así lo haga), ya que por el momento regresaré a la máquina automática para los antojos. 
 Porque ésta máquina automática despacha, nada más y nada menos que Libros, SI, como leyó LIBROS, todo como la nueva propuesta de "De bieb Zaanstreek" una red de bicliotecas en la zona de Aaandam (al norte de Ámsterdam), donde yo vivo, para promover la lectura. Éste es un prototipo ubicado en la parada de autobuses de la estación central de Zaandam.


   Y cómo funciona? Sencillo, usted selecciona una de las opciones de libros que se encuentran en el despachador (todos ellos en la lista de los 100 best sellers), pasa su tarjeta de la biblioteca y la máquina le dará el libro deseado.
   No, no se trata de una venta de libros, sino de préstamo. por lo que primero hay que subscribirse a la red de bibliotecas del Zaanstreek para obtener su tarjeta y con ella, recibir prestado por un término de hasta dos semanas el libro solicitado, dicho tiempo se puede prolongar sin costo y por vía internet
   Los libros se pueden regresar en la misma máquina y de quererse SÓLO ser parte de este tipo de uso de la biblioteca "To go", se paga una cuota de 10 euros por año.
-¿¿¿A poco no se les hicieron los ojitos chiquitos cual chícharo ante la idea tan ideosa que se les ocurrió a estos compadres???
   La verdad, ya vi uno que otro libro que me hicieron ojitos e igual y en una de esas, caigo en el antojo

   Está usted de antojo? Si? Pues bueno, este es otro tipo de antojo, es para el antojo de conocimiento.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Un acto de fe..

   Mientras andaba en mi bicicleta, rumbo a la ciudad (vivo en un publito, que parece mas bien una colonia).Vino a mi cabeza, cual iluminacion celestial un nuevo tema... La fe.

    Y antes de que se me vayan a poner nerviosos porque me voy a poner a predicar o algo por el estilo,  déjenme decirles que no, me refiero a decidirte a creer en algo, a pesar de lo que todos tus sentidos puedan decirte (o en algunas ocasiones, hasta gritarte). Porque mas de una ocasión, me he encontrado ante la disyuntiva de creer en algo o no.

   Dicen que la vida a veces te pone pruebas de fe y créanme que ahora lo entiendo más que nunca. Pero para que me entienda a dónde voy con éste tema, permítanme plantearles una imagen y luego me dicen si ésto requiere o no de fe.
   Hace meses escribi un post acerca de andar en bicicleta en un pais como holanda.

   Y es que aquellos que se llegan a decidir por el uso de la bicicleta terminan en el limbo del uso de las calles. ¿A que me refiero? Sencillo, a que convierten en una especie. Ahora verán por que...

   Para cualquier mexicano (y quizá para muchos otros latinos mas que me leen), decirles que los automovilistas, en nuestros ranchos, poco o nada de respeto tienen hacia los ciclistas en la calle, no es algo nuevo. Día a día, uno debe de ser un super aventurero o no amar en absoluto la vida para aventarse a andar en las calles con la bicicleta. Entre pitidos que te exigen que te trepes a la pared, ya que dicha persona va a pasar con su hermoso carro, los que no recuerdan que la vuelta a la derecha es continua SIEMPRE Y CUANDO no haya peatones o ciclistas por cruzar; y los que dejan sus carros tan mal estacionados que sólo te queda brincar a la mitad del carril, bajo miedo de ser arroyado peor que a un perro. Nop, no hay respeto...

   Podríamos decir que los reyes del transito son los automovilistas. Y no por abolengo, nop, sino por la ley de la supervivencia de los mas fuertes, El auto, por pequeño que sea, es siempre mas fuerte que el cuerpo humano. De igual manera, dependiendo del tamaño del auto (Y otras tantas veces, del costo del mismo), se determina que tanto se puede imponer en las calles.
   Dígase, que entre más caro el carro, peor maneja quien lo lleva, por lo que zonas como Polanco, en la Ciudad de México, son como la canción de José Alfredo Jiménes: La vida, NO VALE NADA!!! La del peatón o el ciclista,  claro está.

   Pero tampoco hay respeto por parte de los peatones, quienes igualmente ni siquiera te consideran como usuarios del camino, ya que éstos van a la mitad de la calle, cuando hay esas bellas y exóticas cosas llamadas Banquetas o Aceras. Nada, que bien puedes terminar llevándote de corbata a más de uno que va en el más puro "¡¡Cuídenme!!", porque ni si quiera voltean a ver si ALGO viene.

   Y antes de que me lluevan los tomates, debo decir que quienes andan en las motonetas TAMPOCO ayudan mucho a que sean respetados, porque más de una vez estuve a punto de apachurrar a uno de los que entregan las pizzas de Dómino's, quienes en el afán de entregar antes de los 30 minutos, arremangan con cuanto perro, gato o persona se les atraviese en las calles y las banquetas.

   SI, hace poco más del año, escribí sobre mi primera experiencia sobre andar en bicicleta acá en Holanda.

Por lo que, tan pronto se llega a Holanda, la frase: -¿En serio????- no se te va de los labios.
DIgo, comprendad, mi marido me mostró esa franja roja/terracora en el piso y me dice:
-La parte roja es el camino EXCLUSIVO para las bicicletas, A VECES, los carros pueden usar el espacio, pero si no está especificado está prohibidísimo
-¿En serio????
- Si, claro, en algunas partes HAY caminos donde únicamente van las bicicletas, llamados Fietspads.
-¿En serio????
- Claro, acá se ha tratado de que el ciclista y le peatón tengan siempre la preferencia a pasar
¡¡¡Siiiiii, ya adivinaron qué fue lo que dije!: -¿En serio????

   Pero una cosa es que te digan las cosas y otra MUY diferente el que las creas. Y como dijo Santo Tomás:
Hasta no ver, no creer.
   Y allí me vieron el primer día que me trepé a la bendita bicicleta, no sabía si maldecir o rezar (¿o acaso lo hice al mismo tiempo?), porque sentía a los carros muy de cerca y en algunas calles, las bicicletas pueden ir en sentido contrario al de los carros.
   De pronto, me encontré en un cruce de calles y me detuve como siempre lo he hecho todos los días de mi vida cuando viví en mi rancho, mientras que mi marido se siguió sin si quiera voltear a ver el carro que venía.

-¡¡Chamaco SUATO!!! ¿Qué andas haciendo?- Fue mi grito tras ver eso.
   Y sorprendido, mi marido volteó a verme
-¿No piensas cruzar? Porque el conductor está esperando a que lo hagas.
   Y si, allí estaba el chofer viéndome con ojos de "¿Cruzas o no?". Así, absolutamente sorprendida, volví a subir a mi bicicleta y crucé aún desconfiada, viendo al chofer,. Si veía que se movía aunque fuera un centímetro, ¡yo pensaba brincar fuera de la bicicleta cual gato que avientan al agua!

  Quizá más de uno podrá decir: Bueno, pero después de 3 años, ¡seguro que ya te acostumbraste!
   Pues bueno, he de ser sincera y decir: NO, cada que me acerco a un cruce, aunque YO lleve la preferencia, me voy despacito y a veces sigo adelante, pero dentro me pongo dura, esperando el golpe., porque a veces los conductores no parecen querer detenerse... pero lo hacen. Porque al final, estos reflejos de gato callejero se han ido desarrollando por años y años y no se van a ir así, simplemente, por muy que en Holanda la cultura de la bicicleta, el comportamiento vial y el respeto al ciclista, esté más desarrollado o sea mejor.

   Así, cada que debo cruzar una calle, me acuerdo de unos dulces que venden allá en mi rancho, que consisten de palomitas de maiz pegadas con caramelo en una bola del tamaño de una de beisbol, los cuales es llaman ponteduro... Y yo sólo me digo: ¡ponte duro, porque allí viene el fregadazo!