martes, 15 de diciembre de 2015

Dale, dale, dale...

   Hace unas semanas escribí este post, el cual quise reservar para presentarlo en fechas de las posadas, ya que trata, de Piñatas...

   Cuando mi amiga Ángela decidió festejar su cumpleaños junto con el de su hija Amelia,  yo decidí que, como tenía tiempo, le haría una piñata de Hello Kitty (para su hija, claro está).

   El verdadero origen de las piñatas se encuentra discutido entre los chinos, para celebrar el año nuevo y los mexicas, quienes las usaban para festejar al dios Huitzilopochtli. Lo que sí se está seguro es que los misioneros españoles usaron las piñatas como forma de evangelización. 

La tradición de las piñatas modernas, según dicen, se origina con las posadas (fiestas que se celebran los 9 días antes de Navidad, aunque muchas se realizan entre el 12 y el 24 de diciembre). 

   En su forma original, para quien no lo sabía, la piñata tiene una forma de estrella con 7 picos, hecha con una olla de barro, papel brillante, donde cada uno de los picos representa a los pecados capitales, mientras que los colores y los brillitos, serían la tentación.  
   Cuando se parte la piñata vendado de los ojos (forma tradicional de hacerlo), se alude a la fe (que es ciega) que con la virtud (el palo) se golpea y rompe al pecado (así dicta la tradición); al caer las frutas, dulces y/o regalos, se simbolizan las riquezas del reino de los cielos... 
   De la forma tradicional de la piñata, a la fecha, ha pasado mucho tiempo y muchos cambios, ya que no sólo pocos recuerdan de dónde viene dicha tradición, sino que los materiales (barro y papel crepé) han sido desplazados por cajas de cartón y moldes de fabricación en serie. Lo que no ha cambiado es el gusto por darle un par de golpes y si se puede, tener la suerte de romperla para conseguir los premios que pueda poseer. 
   Y de ser un elemento de las fiestas navideñas, se extendió a cumpleaños y muchos otros tipos de celebración (cumpleaños, despedida de soleros, etc.), así como, de ser un elemento con connotación religiosa, a poseer formas de los personajes de moda, que van desde los personajes de las caricaturas, hasta personajes de la vida política, deportiva y "Non-Santa". 

   Igualmente, la piñata se ha internacionalizado, convirtiéndola en una bella representante de la cultura y tradición mexicana, por lo que no es de sorprender que incluso en Holanda, uno pueda encontrarles en los cumpleaños, por ejemplo. 

   Como les dije con anterioridad, tenía tiempo (y más importante, ganas) así que decidí hacer el intento y comencé a hacerle una piñata de Hello Kitty a la "sobrina" (no es mi sangre, pero nos hemos adoptado mutuamente). 
   Primero he de comentar que aunque laaaargo tiempo atrás UNA vez ayudé a hacer una piñata, no tenía gran experiencia es eso de la fabricación de las misma, pero al menos ya había hecho alcancías en forma de puerquitos con papel maché. Así que fui al recetario/manual familiar: You Tube y después de ver varias ideas, modelos, maneras de hacerlas, etc. puse manos a la obra. 

   Luego, no se por qué azares del destino, a mi marido se le dio la idea de que él sabía más al respecto, por lo que a cada paso que yo iba dando, trataba de corregirme para que yo hiciera la forma "correcta" de fabricar una piñata. 
- DEBES comprar tal pintura, que es mejor, ya que esa hasta se puede lavar- A lo que yo lo vi con ojos de pulga aplastada, digo, ¿quién conoce las piñatas mejor? ¿Quién ha visto más descalabrados por golpes cuando el que está vendado de los ojos confunde al de al lado por la bella piñata, sacándole el relleno de un solo palazo???? 

   Luego, hacer una piñata es relativamente sencillo (aunque muy laborioso) si tienes todos los materiales... Pero NUEVAMENTE, estar en un país ajeno vuelve lo más sencillo una proeza, primero para saber el nombre en ESE idioma, luego es encontrarlos en alguna tienda y para terminar de fastidiarla, poder encontrar una tienda donde no tengas que pagar 2 euros (35 pesos) por cada paquete de papel (yo tenía que usar al menos 7). 
   Pues bueno, después de mucho buscar (y encontrar), me puse a trabajar en la elaboración de la piñata...  



   ¡Mugrienta gata roñosa! Y antes de que la sociedad protectora de los animales ubicada entre algunos de mis lectores, se ofenda de mi falta de respeto a los pobres e inocentes animales, quienes merecen todo mi respeto, aclaro que me refiero a la gata japonesa de 40 años: Hello Kitty. 

   La cabeza me costó horas para hacerla, porque se me aguadaba (reblandecía) y perdía forma de un lado o del otro, por lo que en vez de parecer el gato, más parecía una papa deforme. Al final, el resultado fue bastante decente (digo yo, claro está). 
   El día de la reunión, llegó yo orgullosa de mi piñata a la casa de mi amiga Ángela y la cumpleañera vilmente me ignoró. ¡Chamaca canija! ¡Hija de su mal dormir!  (ok, no era la gran cosa, pero era mi primera piñata). 
   Ya me estaba decidiendo a regresar "Mi obra maestra" al carro, cuando la hermana menor se abraza de la piñata y se la lleva cual muñeca, para jugar al brincolín, allí la cumpleañera reaccionó y siguió a la hermanita a jugar con la piñata en la resbaladilla ¡les gustó!
   Un rato después, mi amiga decidió que era hora de que rompieran la piñata y al decírselo a los niños, escuché los gritos de júbilo (y varios que comenzaron a gritar ¡Muerte a la Kitty!). 
Entre niños latinos, mitad latinos y niños 100% holandeses, se hizo la fila para pegarle a la piñata, mientras los niños holandeses sólo imitaban, sin entender bien qué pasaba. Los niños latinos, pegaban como si en ello se les fuera la vida, mientras que los pequeños holandeses volteaban a vernos desconcertados como diciendo "¿En serio quieren destrozar la muñequita?", para luego apenas rozar la dichosa piñata, digo, no se fuera a romper.
   El palo de la piñata pasaba de manos holandesas a manos latinas hasta que la pobre gata cedió, dejando caer el montón de dulces con el que la rellené. 

   Aquellos niños latinos e hijos de latinos ya sabían la dinámica:
 Cual luchador de la triple A (lucha libre) lanzándose desde la tercera cuerda , hay que echar el brinquito sobre los otros niños para así hacerlos que suelten los dulces y después agandallarse cuanto dulce sea posible (dígase acaparar). 

   Los adultos, aunque nos moríamos de ganas de lanzarnos, nos tuvimos que comportar por el riesgo a sacarle el relleno... pero de los niños al ser aplastados. Así, si un dulcecito botaba cerca de nosotros, de la forma más discreta posible para que nadie se diera cuenta, nos agachábamos para agarrarlo y esconderlo rápidamente...  A menos que nos descubriera un niño y entonces con sus ojitos nos hacían que se lo entregáramos...
Niño viendo el dulce que TÚ tienes en las manos...
...¡Los muy canallas!

   Pero los niños holandeses... Ayyy los niños holandeses: 
   Ángela, emocionada gritaba a uno y a otro de los niños dónde estaban los dulces cuando ve cómo una pequeñita de cabello rubio y ojitos azules como el agua clara  levantó un dulce y se lo mostró. 
- Mira, tomé un dulce- Le dijo tímidamente en holandés. 
¡Agarra más!- Gritó Ángela feliz tratando de explicar la dinámica de la piñata.
La nena vio un montón de dulces que aún estaban en el suelo y levantó UNO. 
¡Mira! ¡Otro!- le mostró sonriente. 
¡Mi'ja! ¡Más! ¡MÁS!- Desesperada por la ternura de la niña, casi se lanza ella misma a levantarle más. 
   Lo que habría sido tan tierno como ver al mismísimo "Santo, el enmascarado de plata" (ídolo de la lucha libre mexicana) enseñando a su hijo a lanzarse desde el ring hacia las gradas o aplicar una llave  de lucha libre... Tierno. Nada, mi amiga no podía despanzurrar a los chamacos que ya estaban en el suelo, digo, se los podían cobrar como nuevos y pues nomás no.

   Mientras, una de las hijas de una amiga, quien ya había cumplido los 18, metía los dulces en el brasier (sostén, bra), a puños, terminando al final como la "actriz" Sabrina Sabrok. 

Digo, hay que entender que muchos ya entendemos la dinámica que se sigue en las piñatas:  
  • Tratar de hacer trampa si te vendan los ojos (para poder ver y romper la piñata, así estás en donde los dulces caerán) 
  • Dar indicaciones falsas si alguien más está vendado y pegándole a la piñata (así puedes alcanzar a pegarle antes de que rompan la piñata) 
  • Aventarse lo más rápido posible a tomar los dulces (el que llega primero tiene oportunidad de servirse doble)  
  • la última es: apaña cuanto puedas (de preferencia usas una de las partes de la piñata para que sirva de bolsa y agarrar más. 


   Pero los niños holandeses que he visto, al no conocer éstas reglas, se quedan viendo la "Trifulca" que se convierte el recoger los dulces. Digo, cuando es Sint Marteen, los nenes son instruidos a tomar SÓLO un dulce y de forma ordenada... Mientras que la piñata es, todo lo contrario. 

   Al final, regresé feliz no sólo porque el regalo haya sido un éxito entre todos, sino en poder retomar parte de la tradición tan única y especial de mi país...