martes, 14 de abril de 2015

Sólo un recuerdo...

Una fría mañana de Enero, cuando el insomnio,  al igual que hoy, hacía de las suyas, salí temprano de la cama y mientras preparaba una taza de café caliente, encendí mi tablet y revisé las novedades del facebook.
  La primera imagen que vi fue la foto de algo que parecía un choque, era de mi hermano, quien bajo el título «año Nuevo», posteó algunas fotos.

     Han de saber que mi hermano tiene la costumbre de poner cosas en su página de internet TODO el tiempo: Cosas culturales, datos interesantes de arte, ciencia, historia y también cosas que son graciosas o irónicas. Por lo que no presté mucha atención a lo que allí estaba, pensé simpemente que era un ejemplo más a favor de la revisión a conductores durante las fiestas de fin de año.
- Una razón más en contra de mucho alcohol, mucho auto y poco cerebro- me dije, antes de beber un sorbo de mi café.
- Ey, ¡que gracioso! -Pensé para mi- la casa se parece a la de mi madre.- Pero la verdad, al tratarse de una de esas casas de fraccionamiento, he de decir que TODAS las casas en Sinaloa se parecen (si no es que son el mismo modelo desde hace unos 30 años).
- Mmmm, la pobre mujer que aparece allí, se parece a mi madre - Sinaloense al fin, debo aceptar que sus rasgos son bastante comunes allá.
   ¿A ustedes también esta historia les va recordando La Caperucita Roja????
-Abuela, que ojos tan randes tienes- Dijo la niña, porque algo no le pareció correcto.
-Es para verte mejor- Contestó el lobo disfrazado de la abuela.
- Pero ¡que orejas tan grandes tienes! - Seguía sorprendida la pequeña, porque seguía encontrando raro  lo que veía, aunque no podía decir exactamente qué era lo que estaba mal.
- Son para escucharte mejor- Respondió el lobo, quien esperaba que Caperucita se acercara más, para poder atacarla...

   Lo que al principio se me hizo hasta gracioso, digo, ¿Quién no, de vez en cuando, ve esas fotos en Facebook y mentalmente sonríe diciendo: "pobre desgraciado/a, qué bueno que no soy yo". Poco a poco los "parecidos" fue encendiendo luces de alerta, hasta que una alarma comenzó a sonar en mi cabeza, gritándome: Oye, esas fotos NO se parecen, sino !SON! De tu madre.
-¡En la madre!- Grité - ¡Es mi madre!

   Ver la cara de mi madre en esas fotos me llevó al mismísimo infierno, que en el mismo instante se congeló y me escupió de regreso. Por poco dejé caer la tablet, así como  el café, de la impresión que tuve y de cierta forma, di gracias al cielo que mi marido no me vio en tal escena, porque seguro que lo habría matado del susto por mi cara y los gritos.

   Fue allí, cuando los diez mil kilómetros se hicieron más que reales para mí. La sensación de impotencia y desamparo fue tan grande que nada me sacaba del shock.
   En ese momento enfrenté el mayor miedo que alguien viviendo en el extranjero puede llegar a  tener: La impotencia de la distancia.
- Llámale! - Pensé. -No, ya es casi media noche allá... - Disculpen, pero en mi casa JAMÁS se llama a una casa después de las 9 de la noche, ni antes de las 9 de la mañana, a menos que haya muertos de por medio y aunque yo estaba impresionada, el accidente había ocurrido hacía casi una semana, por lo que se aplica la regla de, si no hay noticias, son buenas noticias. Así, ganaron más las enseñanzas que mi desesperación.
- Llama a España! - Donde vive mi hermano. - No, el sale muy temprano a trabajar o en caso contrario, necesita descansar...
    Mis manos temblaban y sin darme cuenta, las lágrimas caían imparables... No podía dejar de ver la cara de mi madre en la foto, mientras la cabeza me decía una y otra vez: No puedes hacer nada. Pero, ¿Qué pasa si ocurría lo peor???
   En las fotos se mostraba que los daños fueron mayores para el vecino que para mi madre, porque quizá la providencia (o quién sabe qué fuerza divina), escuchó el grito mental que yo iba a dar, por lo que giró al último segundo la mano de quien estrelló el auto...

   Aunque quiero, no creo poder explicar con palabras la terrible impotencia que sentí. Es tan doloroso darte cuenta que te has convertido en un simple expectador, porque YA NO ESTÁS ALLÍ.
   Claro, cuando te vas de tu país, tratas de crear la mayor cantidad de formas de comunicacón para seguir en contacto, para seguir estando presente, para seguir existiendo allá. Facebook, whatsup, skipe, digo hasta paquetes, postales y cartas a la antigüita... Hasta que te vienes a dar cuenta que tu presencia allá es únicamente virtual, porque el internet se puede siempre que los horarios lo permitan, que las postales son religiosas, porque llegan cuando Dios les da permiso y las cartas? Esas van llegando 5 meses después de que las enviaste (si es que llegan). En serio, mi hermana me dijo hace dos semanas que las tarjetas navideñas recién llegaron, A otro amigo le llegaron la semana pasada, mientras que mi sobrino recibió hace 3 semanas una carta que envié en OCTUBRE. ¡Arriba el servicio postal mexicano!

Siempre escuché de mi madre la frase: sufre más el que se queda que quien se va....   Y hora le puedo decir: no es así. Porque quien se va, no sólo sufre de la separación, sino que puede ir viendo como uno se convierte en una especie de fantasma, en un recuerdo que se va borrando y que aunque grite, nadie escucha. Ambos lados  deben curar las heridas de la separación, me parece.

   Respecto a mi madre, inmediatamente mandé las fotos a mi hermana (que vive en otra ciudad de México), así como un mensaje a mi hermano en España, teniendo una respuesta casi inmediata por parte de mi cuñada, quien me dijo que mi madre estaba, salvo el susto, completamente bien y me explicó los pormenores de lo que había pasado casi una semana atrás. ¿¿¿Una semana atrás???? ¿Y nadie se tomó la molestia de avisarme?
   Allí estaba, me había golpeado la cara y no podía ignorarlo: Se habían olvidado avisarme... Se habían olvidado, simplemente. Que aunque has peleado en contra, te has convertido en sólo un recuerdo.

   Acaso por la terribe dosis de adrenalina que mi cuerpo aún traía encima, gracias a las fotos y la sorpresa, el darme cuenta de que se habían ovidado de avisarme fue aún más doloroso de lo que creí podría ser.
   Años atrás viví el mudarme a un sitio lejano, cuando dejé mi rancho a los 18 años, para ir a estudiar la universidad. Sabía de cómo los amigos que juran su amistad eterna, cual hermanos, ya no están disponibles el día que regresas.
   Que pueden decirte mil veces en el Facebook: -Avísame cuándo vienes, para que salgamos aunque sea a tomarnos una taza de café- Pero aún cuando avisas con meses de anticipación, cual si fueras el mismísimo Papa que regresas... Todos están ocupados y te pueden ver sólo el último fin de semana antes de que te vuelvas a ir... Cuando en esos días lo único que quieres hacer es abrazar a tus padres para que puedas evocar esos momentos cada que te sientas sola en tierras lejanas.

   Lo entiendo, han seguido con sus vidas, porque es natural que así sea. Pero ¿la famillia? Yo quería creer que el olvido no pasaría, esperaba, al menos, que no pasara... Pero pasó.
   Recordé un castigo que se hacía en el antiguo Japón, cando se le daba muerte social a una persona... Los volvían fantasmas vivientes, que en el mejor de los casos abandonaban la aldea, si no es que se mataban ante la soledad. Y aunque se muy bien que no lo hicieron para castigarme, bueno... igual duele.
   Es que estando lejos, uno quiere proteger a su gente, a sus seres queridos, pero no hay nada más irreal y efímero que creer poder hacerlo y además, creer poder seguir presente.

   Al final sólo me quedó aceptarlo, aunque eso no significa que el trago no fuera y siga siendo, el más amargo que he tenido que pasar en los años de vivir (o sobrevivir) en Holanda.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Moraleja: no dejes pasar una semana sin llamar tú! Si tu cuñada en España sí estaba enterada, algo está haciendo ella que tú no. Tal vez sea tan simple como que ellos sí llaman y tú no.

Unknown dijo...

... se me cuecen las habas por regresarme a mexico

Unknown dijo...

Muchas verdades en tu relato, me sentí bastante identificada. Hasta en lo de las postales y cartas! - En Colombia el correo también es un desastre. Nosotros enviamos desde Alemania postales de agradecimiento, y de más de 50, llegaron solo 5 o 6, y eso, después de casi 3 meses.

Lo que comentas, de cierta manera ya lo había experimentado en varias ocasiones. Creo que eso ha facilitado mi comprensión frente a esta realidad. Principalmente con los amigos y que cada quien va haciendo su vida.
Con la familia, en la actualidad trato de estar en contacto todo el tiempo. Y tengo la esperanza, de que nunca me vean como un fantasma, o que se les olvide comentarme cosas tan importantes, como por ej. lo que sucedió en casa de tu madre.

Saludos y que bueno que las cosas no pasaron a mayores.

Anónimo dijo...

Es difícil estar fuera, pero uno debe estar en contacto lo mas posible, con los padres sobre todo; Una vez escuche la historia de una española que vive en Florencia, dijo.- "Todas" las tardes a las 7:00 pm llamo a mi padre... Y si parece que uno se vuelve invisible, como fantasma, pero no es así, aquí estamos y no hay mas que estar en contacto con los nuestros y crear "lazos" de interés por ellos, saber y estar al tanto de lo que hacen, vida y milagros pues...