Antes de comenzar con el tema, primero diré como la canción "Ya vine de donde andaba, se me concedió volver... A mí se me afiguraba, que no te volvería a ver...." Y ¡Yija!¡Yija, ¡PUG!, ¡PUG!, ¡PUG! (Eso del PUG se supone que son balazos de gusto, muy al estilo del rancho). Esta entrada va debido a las laaargas vacaciones que me tomé en esto del blog, pero bueno, vamos a lo que nos trujo, digo, trajo:
Y es que, aunque más de uno haya puesto ojos de espanto, se haya persignado y ya me quiera regañar por grosera, la verdad es que, a mi forma de ver las cosas, es así, como que en los Países Bajos, comienzan el día sin huevos...
Y es que, aunque más de uno haya puesto ojos de espanto, se haya persignado y ya me quiera regañar por grosera, la verdad es que, a mi forma de ver las cosas, es así, como que en los Países Bajos, comienzan el día sin huevos...
Si, como leyeron, y antes de que digan algo, debo afirmar que no, me da nada de vergüenza decirlo, porque es la verdad (o al menos, así lo veo YO). Al punto de que no sólo, no nos hemos puesto de acuerdo mi marido y yo, sino que ha llegado a causar discrepancias. Yo, como buena mexicana, educada en el rancho, a que es normal comenzar el día con huevos, ¿él? Para nada.
Digo, toda la vida he escuchado que el desayuno es la comida más importante del día... pero desde que llegué a Holanda, he debido cambiar mis costumbres, porque acá, las cosas se hacen diferentes y como me han dicho hasta el cansancio: Al país que fueres, haz lo que vieres... ¿O no?
Hace unos días, vinieron de visita a la ciudad mi tía y su hija, por lo que pasamos un rato juntas, salimos y, como podrán imaginarse, platicamos. Por vez primera, fui a Ámsterdam como guía turístico, lo cual fue una experiencia nueva. Digo, parece que eso de ser novata en eso de recorrer Ámsterdam, ciudad que me queda a unos 30 minutos en tren, ha cambiado a ser la que conoce (o cuando menos, ha estado antes).
Pasadas las preguntas sobre cómo está la familia por ambos lados, comenzamos a caminar por las calles atiborradas de turistas: nótese que yo ya no me veía como turista, sino como guía especializada (¡Pa' su mecha!, dirían en Veracruz, que bonito se leyó, ¿a poco no???), mientras comentamos las grandes diferencias que hay entre una ciudad como A´ms (Ámsterdam) y la ciudad de México. Donde las 3 vivimos (yo viví allí por 14 años, por lo que bueno, se puede decir que conozco). Luego, tras una rica taza de café, vienen las preguntas más detalladas: ¿cómo es la vida acá? y acaso, la más importante para este blog: ¿Ya te adaptaste a Holanda? Como única respuesta, puede decir que éste es un proceso lento que por momentos es doloroso, pero también increíblemente gratificante.
Entre las preguntas de la vida cotidiana holandesa, salió la comida (oigan, es un tema importante que muchas veces dejamos de largo, pero que puede obstaculizar nuestro proceso de adaptación a un nuevo país); en específico platicamos de los pannenkoeken, que no son otra cosa que unas crepas medio gordas (o unos hotcakes/pankekes flacos, según como se les quiera ver), ya que en Ámsterdam hay un bote donde, mientras disfrutas de algo tan típicamente holandés, mientras te paseas en el bote a través del canal del Norte.
Si a caso se preguntarán: ¿Qué tiene que ver con echarle huevos? Bueno es que comenté, que mi marido y yo hemos tenido discrepancias a lo que se les puede agregar para comer. Para él, no ha problema a agregarle tocino y manzana a la mezcla, para finalizar con una miel o sirope (todo junto)... Pero cuando le dije: en casa mi mamá nos daba los quequis (forma cariñosa de llamarle a los hot cakes en mi rancho) con un huevito revuelto encima.
-¿HUEVO?- Su ojos eran de la mayor sorpresa posible. Digo, yo no puse esos ojos ante el tocino, manzana y jarabe de maple, pero él si a algo tan común en México.
-Si, ¿cuál es el problema?- Digo, tengo de los más tiernos recuerdos con un desayuno así.
- Los huevos no son para el desayuno- Fue la respuesta que me dio.
¿Como que no empiezan el día con huevos?- Fue lo que me sorprendió.
- ¿Como que no le gustan los huevos revueltos con los hotcakes?- Preguntó mi tía, cuando llegué a ése relato, a lo que simplemente encogí mis hombros- Yo así me gustaban cuando chica.- Lo que me hizo reconocer la importancia del huevo en nuestra gastronomía y más que nada, en mis tradiciones.
Y si, comprendo que la era moderna (las prisas y la satanización de muchos alimentos por sus efectos "dañinos") nos ha quitado muchas cosas de la dieta diaria . Uno de esos alimentos, lamentablemente, han sido los huevos, pero como buena mexicana, eso no evita que me conozca al menos unas 10 maneras diferentes de prepararlos/comerlos:
Los huevos se presentan estrellados/fritos, revueltos, tibios, duros, a la ranchera, a la albañil, en torta (omelette), divorciados, con chilaquiles, sopitas con huevo (prácticamente lo mismo que los chilaquiles, pero así les llamamos en sinaloa), motuleños, ahogados... ayyy tantos, tantos más. Bien pueden ir sobre tortillas, tostadas, gorditas, huaraches, bisteces. Además, podemos mencionar los compañeros inseparables con los que mezclamos: Huevos con chorizo (mis favoritos), con jamón, salchicha, tocino; Ayyyy con la Norteñísima Machaca! y ¿qué pero le ponen a mezclarlos con ejotes, NOPALES, cebolla, chilitos, papa, champiñones....?¡¡¡Ya me dio hambre!!!
Y todos, TOOOODOS, son acostumbrados en el desayuno. bueno, podemos decir que se pueden presentar en el almuerzo (o brunch, para los gringuitos).
Pero desde que llegué a Holanda, no. Los huevitos rara vez hacían acto de presencia en nuestra alimentación cotidiana, porque, como comenté en el blog "El hambre es canija... pero más el que se la aguanta", los desayunos más típicos holandeses constan de Té (no café, es demasiado fuerte para comenzar el día, dicen), pan con mantequilla y queso (tipo Gouda, claro está). ¡BUAHHHHH!!!! ¡Extraño mi rancho!
Claro que va a haber quien me dirá que actualmente por eso del colesterol, las prisas de las mañanas (ya no se diga la crisis económica), los mexicanos ya no comenzamos el día con tantos huevos como antes, pero en mis recuerdos quedarán los desayunos familiares en el rancho con su buen par de huevitos, frijoles, choricito, salsa fresca de tomate (pico de gallo) y su enorme taza de café (con leche para los más pequeños).
Recuerdo también los tremendos ojos que pelaron mis cuñados cuando se tuvieron que "enfrentar" a un buen desayuno de mercado en Oaxaca:
Tan pronto uno se sienta, con la cabeza aún pesada por el sueño y cansancio de andar turisteando todo el día anterior... te preguntan: ¿café, chocolate con agua o leche? Tan pronto haces tu selección y sin decir agua va, te llegan con un tazón (no taza, sino tazón de esos soperos) lleno del líquido pedido, humeante, con un aroma tan rico que simplemente de deja hipnotizado, acompañado de pan de yema (riquísimo).
Cuando estás por levantarte, ya que te sientes lleno, te preguntan: ¿Qué va a querer de desayunar?
-¿Perdooooón? ¿Qué no era ésto el desayuno?- Mientras piensas: "Este tipo está bromeando, ¿verdad?". O de plano, está recordando la canción de a "Taquiza" compuesta por Chava Flores y quien describa a una linda jovencita quien casi arraza con todo el restaurant, para terminar diciendo: Ya vamos a cenar.
- Noooo, ese es el comienzo- Dijo mi hermana- Acá es almorzar pesado.
Como mis queridos cuñados holandeses son de buen diente, se volvieron a sentar y ordenaron el tamal oaxaqueño, mientras que el otro "Sólo" pidió unos bistecitos...
El tamal terminó siendo una mostruosidad. No por el sabor, sino por lo deliciosamente enorme (increíblemente grande y créanme que yo no soy de bocha chiquita para la comida). Al cual mi cuñado le dijo igual que a los niños héroes: ¡Murió por la patria! Poniendo muy en alto la gastronomía mexicana (Y me consta porque yo también comí uno y si lo acabé fue más por gula que por hambre), pero más en alto la capacidad digestiva de los güeritos holandeses... No quedó, ¡ni el recuerdo!
Los bistecitos (que entre los agregados iban sus respectivos frijoles y huevos), no se quedaron atrás en sabor o cantidad. Dejando a la familia política cual perros de rancho: Con las patas flacas y la barriga hasta el piso (Eso sí, con sonrisa de gato que se comió al canario).
Hasta que uno anda por estos lares y tiene que confrontar costumbres es que se entiende la fascinación que causa a los holandeses el sazón (y la cantidad de comida) latino.
- ¿Cómo vas a creer que se desayuna huevos?- Fue la pregunta de mi marido. Y siguiendo los consejos de "Al país que fueres haz lo que vieres", guardé mis recuerdos en un lugarcito de mi corazón, creyendo que, si llevaba la contraria estaba, de cierta forma, traicionando mi proceso de adaptación. Después me enteré que a veces si se preparan para el desayuno, pero hervidos y para la mala suerte de mi marido, siempre termina comiendo huevos demasiado cocidos, lo que los vuelve prácticamente, pelotas de golf (son sus palabras, aclaro). Así, los huevos fueron erradicados de mi dieta... hasta nuevo aviso.
Y el nuevo aviso fui yo, quien simplemente confirmé lo que comentó una amiga psicóloga: "Dicen que nosotros comemos recuerdos". Es decir, que algunos alimentos nos gustan o los comemos, porque se nos enseñó a comerlos (costumbre). Traduciéndose en qué tan fácil te es aceptar un alimento u otro, como puede ser los mariscos (camarones, pulpo, ostiones) y los dentros (corazón, hígado, tripa), ya sea de gallina, vaca o puerco que muchos de los holandeses simplemente abominan, mientras que a ellos no les causa el menor empacho comerse un haring (pescado crudo muy acostumbrado en Holanda) o tienen afición por los drops (dulces hechos con regaliz, que simplemente no me gustan).
Como comenté anteriormente, no son las grandes cosas los que más se extraña, sino las pequeñas costumbres... Y un día, sin poder más, preparé un domingo huevos ahogados (en una versión muy libre, he de decir, porque le agregué salchichas y papas), que dejó a mi marido sonriendo y relamiéndose los bigotes (cual gato flaco de barriada).
Al país que fueres haz lo que vieres, dicen. Claro, pero no olvides tus costumbres, por lo que ahora, los fines de semana se preparan lo llamamos "los sospechosos comunes", que se refiere a unos ricos huevos ahogados., ahora preparados por mi propio marido ¡Porque hay que comenzar el día con huevos!
Hace unos días, vinieron de visita a la ciudad mi tía y su hija, por lo que pasamos un rato juntas, salimos y, como podrán imaginarse, platicamos. Por vez primera, fui a Ámsterdam como guía turístico, lo cual fue una experiencia nueva. Digo, parece que eso de ser novata en eso de recorrer Ámsterdam, ciudad que me queda a unos 30 minutos en tren, ha cambiado a ser la que conoce (o cuando menos, ha estado antes).
Pasadas las preguntas sobre cómo está la familia por ambos lados, comenzamos a caminar por las calles atiborradas de turistas: nótese que yo ya no me veía como turista, sino como guía especializada (¡Pa' su mecha!, dirían en Veracruz, que bonito se leyó, ¿a poco no???), mientras comentamos las grandes diferencias que hay entre una ciudad como A´ms (Ámsterdam) y la ciudad de México. Donde las 3 vivimos (yo viví allí por 14 años, por lo que bueno, se puede decir que conozco). Luego, tras una rica taza de café, vienen las preguntas más detalladas: ¿cómo es la vida acá? y acaso, la más importante para este blog: ¿Ya te adaptaste a Holanda? Como única respuesta, puede decir que éste es un proceso lento que por momentos es doloroso, pero también increíblemente gratificante.
Entre las preguntas de la vida cotidiana holandesa, salió la comida (oigan, es un tema importante que muchas veces dejamos de largo, pero que puede obstaculizar nuestro proceso de adaptación a un nuevo país); en específico platicamos de los pannenkoeken, que no son otra cosa que unas crepas medio gordas (o unos hotcakes/pankekes flacos, según como se les quiera ver), ya que en Ámsterdam hay un bote donde, mientras disfrutas de algo tan típicamente holandés, mientras te paseas en el bote a través del canal del Norte.
Si a caso se preguntarán: ¿Qué tiene que ver con echarle huevos? Bueno es que comenté, que mi marido y yo hemos tenido discrepancias a lo que se les puede agregar para comer. Para él, no ha problema a agregarle tocino y manzana a la mezcla, para finalizar con una miel o sirope (todo junto)... Pero cuando le dije: en casa mi mamá nos daba los quequis (forma cariñosa de llamarle a los hot cakes en mi rancho) con un huevito revuelto encima.
-¿HUEVO?- Su ojos eran de la mayor sorpresa posible. Digo, yo no puse esos ojos ante el tocino, manzana y jarabe de maple, pero él si a algo tan común en México.
-Si, ¿cuál es el problema?- Digo, tengo de los más tiernos recuerdos con un desayuno así.
- Los huevos no son para el desayuno- Fue la respuesta que me dio.
¿Como que no empiezan el día con huevos?- Fue lo que me sorprendió.
- ¿Como que no le gustan los huevos revueltos con los hotcakes?- Preguntó mi tía, cuando llegué a ése relato, a lo que simplemente encogí mis hombros- Yo así me gustaban cuando chica.- Lo que me hizo reconocer la importancia del huevo en nuestra gastronomía y más que nada, en mis tradiciones.
Y si, comprendo que la era moderna (las prisas y la satanización de muchos alimentos por sus efectos "dañinos") nos ha quitado muchas cosas de la dieta diaria . Uno de esos alimentos, lamentablemente, han sido los huevos, pero como buena mexicana, eso no evita que me conozca al menos unas 10 maneras diferentes de prepararlos/comerlos:
Los huevos se presentan estrellados/fritos, revueltos, tibios, duros, a la ranchera, a la albañil, en torta (omelette), divorciados, con chilaquiles, sopitas con huevo (prácticamente lo mismo que los chilaquiles, pero así les llamamos en sinaloa), motuleños, ahogados... ayyy tantos, tantos más. Bien pueden ir sobre tortillas, tostadas, gorditas, huaraches, bisteces. Además, podemos mencionar los compañeros inseparables con los que mezclamos: Huevos con chorizo (mis favoritos), con jamón, salchicha, tocino; Ayyyy con la Norteñísima Machaca! y ¿qué pero le ponen a mezclarlos con ejotes, NOPALES, cebolla, chilitos, papa, champiñones....?¡¡¡Ya me dio hambre!!!
Y todos, TOOOODOS, son acostumbrados en el desayuno. bueno, podemos decir que se pueden presentar en el almuerzo (o brunch, para los gringuitos).
Pero desde que llegué a Holanda, no. Los huevitos rara vez hacían acto de presencia en nuestra alimentación cotidiana, porque, como comenté en el blog "El hambre es canija... pero más el que se la aguanta", los desayunos más típicos holandeses constan de Té (no café, es demasiado fuerte para comenzar el día, dicen), pan con mantequilla y queso (tipo Gouda, claro está). ¡BUAHHHHH!!!! ¡Extraño mi rancho!
Claro que va a haber quien me dirá que actualmente por eso del colesterol, las prisas de las mañanas (ya no se diga la crisis económica), los mexicanos ya no comenzamos el día con tantos huevos como antes, pero en mis recuerdos quedarán los desayunos familiares en el rancho con su buen par de huevitos, frijoles, choricito, salsa fresca de tomate (pico de gallo) y su enorme taza de café (con leche para los más pequeños).
Recuerdo también los tremendos ojos que pelaron mis cuñados cuando se tuvieron que "enfrentar" a un buen desayuno de mercado en Oaxaca:
Tan pronto uno se sienta, con la cabeza aún pesada por el sueño y cansancio de andar turisteando todo el día anterior... te preguntan: ¿café, chocolate con agua o leche? Tan pronto haces tu selección y sin decir agua va, te llegan con un tazón (no taza, sino tazón de esos soperos) lleno del líquido pedido, humeante, con un aroma tan rico que simplemente de deja hipnotizado, acompañado de pan de yema (riquísimo).
Nada más de acordarme, me entran las ganas de regresarme... |
-¿Perdooooón? ¿Qué no era ésto el desayuno?- Mientras piensas: "Este tipo está bromeando, ¿verdad?". O de plano, está recordando la canción de a "Taquiza" compuesta por Chava Flores y quien describa a una linda jovencita quien casi arraza con todo el restaurant, para terminar diciendo: Ya vamos a cenar.
- Noooo, ese es el comienzo- Dijo mi hermana- Acá es almorzar pesado.
Como mis queridos cuñados holandeses son de buen diente, se volvieron a sentar y ordenaron el tamal oaxaqueño, mientras que el otro "Sólo" pidió unos bistecitos...
El tamal terminó siendo una mostruosidad. No por el sabor, sino por lo deliciosamente enorme (increíblemente grande y créanme que yo no soy de bocha chiquita para la comida). Al cual mi cuñado le dijo igual que a los niños héroes: ¡Murió por la patria! Poniendo muy en alto la gastronomía mexicana (Y me consta porque yo también comí uno y si lo acabé fue más por gula que por hambre), pero más en alto la capacidad digestiva de los güeritos holandeses... No quedó, ¡ni el recuerdo!
Los bistecitos (que entre los agregados iban sus respectivos frijoles y huevos), no se quedaron atrás en sabor o cantidad. Dejando a la familia política cual perros de rancho: Con las patas flacas y la barriga hasta el piso (Eso sí, con sonrisa de gato que se comió al canario).
Hasta que uno anda por estos lares y tiene que confrontar costumbres es que se entiende la fascinación que causa a los holandeses el sazón (y la cantidad de comida) latino.
- ¿Cómo vas a creer que se desayuna huevos?- Fue la pregunta de mi marido. Y siguiendo los consejos de "Al país que fueres haz lo que vieres", guardé mis recuerdos en un lugarcito de mi corazón, creyendo que, si llevaba la contraria estaba, de cierta forma, traicionando mi proceso de adaptación. Después me enteré que a veces si se preparan para el desayuno, pero hervidos y para la mala suerte de mi marido, siempre termina comiendo huevos demasiado cocidos, lo que los vuelve prácticamente, pelotas de golf (son sus palabras, aclaro). Así, los huevos fueron erradicados de mi dieta... hasta nuevo aviso.
Y el nuevo aviso fui yo, quien simplemente confirmé lo que comentó una amiga psicóloga: "Dicen que nosotros comemos recuerdos". Es decir, que algunos alimentos nos gustan o los comemos, porque se nos enseñó a comerlos (costumbre). Traduciéndose en qué tan fácil te es aceptar un alimento u otro, como puede ser los mariscos (camarones, pulpo, ostiones) y los dentros (corazón, hígado, tripa), ya sea de gallina, vaca o puerco que muchos de los holandeses simplemente abominan, mientras que a ellos no les causa el menor empacho comerse un haring (pescado crudo muy acostumbrado en Holanda) o tienen afición por los drops (dulces hechos con regaliz, que simplemente no me gustan).
Como comenté anteriormente, no son las grandes cosas los que más se extraña, sino las pequeñas costumbres... Y un día, sin poder más, preparé un domingo huevos ahogados (en una versión muy libre, he de decir, porque le agregué salchichas y papas), que dejó a mi marido sonriendo y relamiéndose los bigotes (cual gato flaco de barriada).
Al país que fueres haz lo que vieres, dicen. Claro, pero no olvides tus costumbres, por lo que ahora, los fines de semana se preparan lo llamamos "los sospechosos comunes", que se refiere a unos ricos huevos ahogados., ahora preparados por mi propio marido ¡Porque hay que comenzar el día con huevos!
2 comentarios:
Aquí en Francia con mi marido me pasó algo similar: el desayuno consiste en pan tostado (a veces cuernitos), mantequilla, mermelada y café. Con el tiempo lo he ido introduciendo a la idea de que huevos, chilaquiles, frijoles, e incluso bisteces también pueden ser desayuno! Aunque sea únicamente durante los fines o en vacaciones, entre semana desayunamos a la francesa!
- Rocío
Yo erradique el huevo, como poca gente lo consume vi en la tienda una tapa con un huevo lleno de gusanos. Adaptación es importante en todo, porque yo quería desayunar pesado, luego la comida y cena aquí es pesada, resultado aumente 14 kilos, ahora desayuno a la ligera.
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