martes, 30 de octubre de 2012

Saludos a la huesuda...

Alfombra de Otoño           por Viviana van Gelder
El mes de octubre ha llegado a su fin. Si no lo mira uno en el calendario, bien lo puede uno encontrar en las calles... Árboles cuyas hojas primero cambian el verde por los tonos ocres, comienzan a quedarse desnudos, mientras el trabajo de barrrer la calle se va poniendo más repetido.
   Aunque la imagen de las hojas en el suelo vuelven más pintoresca la escena... Cielos grisaseos de fondo a casas de ladrillo, mientras el amarillo da el toque final al pavimento de las aceras. Es otoño.
   Octubre para mi significaba el cumpleaños de mi hermano mayor, la llegada de la temporada de huracanes y por tal, temperaturas menos agresivas (ya hasta se puede dormir SÓLO con un ventilador), pero también la preparación para el Día de los Muertos.



   El día primero y dos de Noviembre, son los días de los muertos en México y muchos otros países latinoamericanos. El primero es cuando se les celebra a aquellos que murieron siendo niños (día de los santos), mientras que el 2 de noviembre es la mayor de las celebraciones: La muerte de nuestros seres queridos.
La Catrina              por José Guadalupe Posada
   Para aquellos que no sepan, el día 2 es el día en que los muertos vuelven de la tumba para estar con sus seres queridos. Acaso más en la memoria de los vivos que en el regreso descarnado de aquellos que ya pasaron a "Mejor vida". En una reunión amorosa, no de miedo y dolor, como los vecinos gringuitos plantean en su "Jalogüín". ¿En Holanda? Se ha importado ese "Día de las Brujas", al igual que muchos otros países (incluyendo México) el Halloween como excusa tonta para armar bailongo, disfrazarse y beber al punto de ponerse hasta las chanclas (lazarus, dirían los holandecitos), es decir, total y absolutamente embriagados. Realmente muy pocos (por no decir nadie) que van a misa como conmemoración igual que el Toussaint francesa, por lo demás, esta fecha es ignorada.
   El día de los muertos es cuando los mexicanos le pelamos los dientes (nos reímos)  a y con la muerte, la flaca, la dientona, la tiesa, la macabra, la pelona, la pálida, la huesuda, la calaca, la  dama fría, la catrina , la tilica, la parca, la muerte. Donde ésta con tantos nombres, pierde la imagen amenazante para convertirse en la convidada de la fiesta. En una celebración que nos viene desde antes de la llegada de los españoles y que sigue a pesar de los siglos.
      Bien decía Octavio Paz, en su "Laberinto de la soledad" que los mexicanos mantenemos una relación bastante peculiar con la muerte. Se busca el color y la belleza entre la muerte y el dolor del abandono de quien se nos adelantó.

   Para mi, cada año era la misma escena: 
Mi madre iba a su cuarto, de pronto (a veces a la mitad de un programa) para hurgar entre sus cosas. Después de unos minutos en que se le escuchaba moviendo cosas.
-Pero si lo dejé aquí. - Silencio- Aichhhh! -Sonido de algo que cae
-Mamá, ¿Estas bien?
-Ayyy si, es que se me cayó esta caja - Como si yo pudiera ver a cuál caja se refiere.
- ¿Quieres que te ayude?- Sin muchas ganas, comienzo a levantarme del sillón...
- No, no, deja - Más sonido de mi madre moviendo cosas en el cuarto- ahhh! Ya lo encontré
- Que bien, Me da much gusto... pero ¿Qué encontraste?-
- Esto- Nada sale desde el cuarto, más allá de su voz.
-Magnífico! ¿Pero qué es "Esto"?
- Los alambres y las pinzas, porque voy a hacer las flores para el día de muertos - Salía del cuarto con su bolsa de triques (cositas), mientras sonreía orgullosa.- Debo apurarme porque hay que ponerle flores a todos y el año pasado anduve a las prisas- No, no tenía corazón para decirle que el año pasado inició antes y que al igual que TODOS los años, iba a andar a las prisas, aunque terminaba una semana antes del día de muertos.
   Sip, cada año era la misma canción. Un día, a mediados de octubre, simplemente decía: es tiempo. Me pregunto si eso es como cuando la gallina va a empollar los huevos o el llamado de la selva... Jamás lo supe. Y como las aves que comienzan su migración, mi madre comenzaba el trabajo de cortar papel de colores y montarlo en un alambre.

Panteón de Culiacán en el día de los muertos            Foto: El debate
   Mucha gente sólo van (o iban) a la florería que está frente al panteón, compra una docena o dos de flores, una veladora (o varias, dependiendo la cantidad de muertos a quienes hay que visitar) y cerillos. Cientos de personas se aglomeran en los panteones durante estas fechas ya que a veces ese es la única oportunidad que tienen los muertos de una visita, a veces, ni esa. Al punto que a veces es imposible caminar entre tanto "gentío de gente".
   Mi madre no compra las flores, ella las hace personalmente de papel crepé, lo que le toma varios días (si no es que semanas). Creo que en un inicio las comenzó haciendo  debido a la constante compañera del mexicano: La crisis económica, pero ahora también es para ella el orgullo del trabajo realizado, que se puede ver en le brillo de sus ojos cada que me mostraba las flores terminadas.
Flores de mi madre       por Alba Salgado
   Con los años, hacer las flores se ha vuelto en todo un rito para mi madre. Es usar el tiempo en el que se están elaborando para recordar (al menos eso pienso yo) a mis abuelos, a mis tíos y tías que ya se fueron . Cual cuento de Bruno Traven, mi madre va entretejiendo un pedacito de su corazón y sus memorias en cada pedazo de papel que  enrolla hasta que éste se convierte en una flor. Poco a poco la sala de la casa se iba tiñendo de colores... Rojo, blanco, rosa, amarillo, mientras mi madre iba haciendo el conteo diario: Ya llevo..., ya llevo... me faltan...
   Ese día, el dos de noviembre, ella lo pasaría con sus muertos y con sus vivos: Aquellos familiares que estaban en el panteón y aquellos que iban de visita, al igual que ella el día de muertos. A veces convirtiendo ese momento en una extraña reunión familiar. Con las respectivas frases de: "Estas igualita!", "Hace tato que no te veía!" o "Prometo llamarte pronto"
   Como país tan grande que es, México va cambiando sus tradiciones en el día de los muertos según la zona/región en la que se está. En el norte, se trata de ir, limpiar la tumba, poner los arreglos y convivir con los vivos que van, mientras que en el sur, la tradición dicta más proceso, más tiempo.
Altar de muertos                  Roy Aguilar Cornejo
   Días antes del 2 de noviembre se comienza la puesta del altar, para quienes no conocen, resumiré diciendo que es una mesa con flores (casi siempre Cempasúchilt) , velas, así como la bebida y la comida favorita de sus muertos (mole, arroz y hasta postres). Y los tradicionales calaveras de azúcar y pan de muertos. Todo con mucho, mucho MUCHO color que da el papel maché picado.

   Y con la idea del día de muertos mexicano, así como los recuerdos que trae, en esta ocasión comentaré otro de los encontronazos que he vivido al venir a Holanda... La muerte.

   Llevaba yo apenas un par de semanas de haber llegado a vivir a Holanda del Norte (muy cerquita de Amsterdam), cuando uno de los tíos de mi marido murió. Debo decir que el señor vivió muchos años y que su muerte fue bastante pacífica. Casado, pero sin hijos, dejaba atrás a su esposa de tantos años, una mujer de los más amable, con quien viajó de lo lindo y quien no le sobrevivió mucho tiempo, ya que a los pocos meses le diagnosticaron cáncer en etapa terminal, para morir pocos meses después.
   Recuerdo que recibimos la noticia del fallecimiento del tío (hermano del papá de mi marido), en los últimos días de diciembre. Yo apenas llevaba una o dos veces que veía a mi suegro, por lo que el impacto emocional no me fue tan grande.
   Los recuerdos de las muertes de mis familiares (abuelos, tíos, tías y hasta primos, sin contar uno que otro amigo), vinieron a mi. Los funerales en México son, para mí, con todo el respeto a las tradiciones y después de haber ido a innumerable cantidad de ellos, una completa y absoluta tortura china.
   La muerte jamás es algo fácil de recibir, menos cuando es alguien cercano, peor el proceso del entierro es lo que comentaré. Apenas te vas enterando de la muerte, cuando en un total estado de shock, porque no has tenido ni tiempo de procesar la información o entrar a la negación (uy ya salieron los términos Psicológicos del proceso del duelo), sin tiempo de más, debes pasar todo el proceso: desvelada, misa, procesión y entierro. O como dicen en México"Cayendo el muerto y soltando el llanto".

   Antiguamente velabas a tus muertos en la sala de tu casa (o la casa del muerto). Lo cual, por un lado es bueno, porque tienes la privacidad de tu propia casa y en caso de querer descansar allí luego luego está tu camita. Sin embargo, no le quita lo malo de las impresiones y recuerdos que ésto te causa. Digo, nada como tener la imagen de un ataúd a la mitad de tu sala, con tu querida abuela muerta adentro, mientras todos alrededor lloran sin parar.
   Quizá por eso y por la inconveniencia de la falta de espacio en una casa para recibir a los asistentes en salitas de 2X2 metros, donde no cabe el ataúd (sin tener que sacar todos los muebles y a los asistentes), las funerarias van desplazando el uso de las casas particulares. A cambio, se ha ganado salas de velatorio enormes con muuuchas sillas, café que levantaría hasta el difunto y hasta una recámara para la familia del occiso, en caso de querer descansar. La desventaja? Dichas salas dejarían el congelador de cualquier carnicería, verde de envidia por lo frío del entorno, agregando a la desvelada, el frío que saca la vida de tus huesos.
-Hay dos negocios que siempre darán dinero: Comida y funerarias. - Decía un amigo de la familia muchos años atrás. Y si no, pregúntele a los puestos de tacos de afuera de las funerarias San Martin.
   Si, en mi rancho se tiene las funerarias más elegantes que he visto en mi vida y otras tantas con mucho, pero mucho Bling-bling (digo, seguimos con la cultura narcobarroca o narcococó de la zona). Hasta para morirse hay que hacerlo con estilo, dicen... En cualquier velorio encontrará flores, muchas flores, como si la cantidad de éstas es proporcional a la estima de la persona. Cada familia, cada oficina, cada grupo manda una corona, un ramo, un adorno; hasta que llega el momento que no se puede caminar sin tropezar por tanta flor, flores que al final se dejarán en el panteón y que alguna florería (o persona) se robará, al igual que a las veladoras.
   Luego que has pasado una noche sin descansar, sin privacidad o tiempo para procesar lo que ha pasado, con llanto hasta que tus ojos y la nariz compiten a ver cuál es más rojo, hay que pasar la misa de cuerpo presente. Aquí, si el padre se apiada del alma de los asistentes (y no tanto del difunto), acorta la misa para proceder a la siguiente etapa...
El amanecer           por  Carlos Adampol Galindo
 Tras la misa, la gente se prepara para el último recorrido del difunto... su viaje al panteón, acción que a veces se realiza caminando bajo los rayos del sol (con una temperatura de más de 40°C a la sombra). A últimas fechas, ésto se ha cambiado (más por regulaciones de tránsito que por las temperaturas del exterior) por un recorrido con carros.
   Terminamos la tortura con la bajada del ataúd, entre llanto y llanto, mientras que, por lo regular, una de las personas más allegadas al muerto se cuelga del féretro llorando y gritando que no se le abandone...
   Digo, ¿a quién le parece extraño que más de uno se desmaye después del maratón anímico que se debe soportar? Y después? nueve días de rezos, porque se acostumbra el novenario...
   Si uno se queda en la sepultada (me refiero a ir hasta allí, no a morir durante la misma). El proceso es doloroso, pero rápido. Para el tercer día puedes comenzar a rehacer tu vida y dejar que el difunto disfrute su muerte, porque como una vez le escuché a mi madre:
- Morirse no debe ser tan malo, porque yo no he sabido de alguien que haya regresado de la muerte a quejarse de que allá está tan mal.
   Mientras, en Holanda la cosa se barajea más despacio... Y menos dramático, diría yo. Tanto que eso me sorprendió mucho. Como comenté anteriormente, antes de presentar la costumbre en de los entierros en mi tierra, era durante las fechas de Navidad que nos enteramos de la muerte del Tío de  mi marido. En esos momentos, más allá de lamentar la muerte del señor, los recuerdos de los entierros mexicanos me hicieron sentir realmente mal. Digo, creo que nadie quiere pasar un funeral mientras estás con toda la alegría de las fiestas navideñas y la ilusión del año nuevo...
   Tras darme la noticia, mi marido me preguntó si deseaba ir al funeral. En mi cabeza no comprendía por qué me lo preguntaba, digo, no es como si se tratara de una reunión, mi madre siempre me dijo: En la cárcel y en la cama se conoce a los amigos, por lo que, como familiar (reciente, pero familiar), yo veía el ir como algo que debía ser.
Ángel de la muerte por Alba Salgado
   Sentada en el sillón, esperaba que me dijera en cuánto tiempo íbamos a salir... Pero no lo vi que se moviera de donde estaba mi marido mientras los minutos pasaban. Otra media hora en la que mi marido se movía por la casa, d espreocupado. Mmmm y el velorio? Pues nada, no se movía.
-Entonces vamos a ir o no? - Pregunté cuando la curiosidad ya no me dejaba estar.
- Si, ya dijiste que me acompañabas, así que sí, si vamos.
- ¿Y?- Dije después de un rato. Ahora si que no comprendía
-¿Y qué?- Ahora él no me comprendía
-¿A qué hora salimos?
- ¿Hora? pero si no sé qué día o a qué hora van hacer el funeral
- ¿Día? Cómo que día si ya dijiste que anoche murió...
   ¿Ustedes van entendiendo? Pues en ese momento, yo tampoco. Hasta que me explicó que éstos se realizan días después de la muerte de la persona (normalmente al menos una semana, a menos que la religión dictara otra cosa). Además, había que esperar a la invitación/aviso, le cual llegaba por escrito vía correo, ya que la familia debía hacer los arreglos con la funeraria (o en algunas ocasiones éstos habían sido hechos con anterioridad por difunto) y permitir que, aquellos que  vienen de lejos puedan acomodar sus fechas.
¿¿¿INVITACIÓN???? Digo, ¿Ésto es un funeral o una pachanga??? ¿Cómo que invitación? Yo no me podía creer eso. 
   Cuando me explicó que tras la muerte, el cuerpo era enviado a la funeraria para arreglarse y que rara vez se le velaba. No lo podía creer, mucho menos que en caso de ser velado, se realizaba ÚNICAMENTE durante el día y en la noche, todos debían irse, incluyendo la familia del difunto. Yo, simplemente no me lo creía.
   Días después llegó una carta: Era la invitación al servicio (funeral) en una funeraria relativamente cercana al pueblo donde vivo. En toda la zona, apenas hay dos o tres funerarias y a la que íbamos a asistir, era la única con sistema de crematorio. En la invitación venía fecha y hora en el que el cuerpo iba a estar para presentar sus respetos, (una o dos horas antes del servicio).
Tod zu lang                 por Alba Salgado
- ¿Y dónde lo van a enterrar?
-No lo van a enterrar
-¿No? ¿Así dispuso tu tío?
- No, así se acostumbra. 
   Y como diría una cuñada: ¡¡¡¡POING!!!! En ese momento me sorprendió que rara vez se les enterrara ya que casi no hay espacio para los cementerios. 
   Días después de recibir la notificación de la muerte, fuimos a la funeraria a la hora y día especificada en la invitación. En la entrada encontramos a la mamá de mi marido, quien a pesar de estar divorciada hace décadas del padre, mantuvo una relación cordial con el difunto, por lo que allí estaba, al poco rato, el hermano de mi marido con sus esposa y después la prima...
   Pasamos al interior de la funeraria todos juntos y cerca del guardarropa encontramos un libro. Allí se apuntan los asistentes, ponen su dirección y teléfono, ya que a veces, días después del evento, se envían tarjetas de agradecimiento por haber asistido. vaya, eso fue como ir a una despedida de soltera o baby shower (o la combinación de ambas fiestas porque la chica se comió la torta antes del recreo). Sólo faltaban los sobres para poner el dinero, como a veces se acostumbra en mi tierra (en los baby showers, no en los funerales, aunque no van a tardar en hacerlo)... Los busqué, no fuera a ser que la regara, pero no, no sobres para dinero.
   Entramos a una sala donde estaban los parientes y amigos del difunto. Le presentamos nuestras condolencias a la viuda, así como pasar a ver al tío. Éste se encontraba en una salita aparte de donde estaban los asistentes. No, no se pone el ataúd al frente de la sala, sino en una sala contigua, adornada por un par de ramos. Nada de coronas, nada de nombres de quienes lo envían, nada. La gente pasa a ver al difunto y sale, nadie queda adentro, ni la viuda, quien estaba en la puerta de entrada de la salita.
   Después seguimos a la saludada y condolencia de los presentes.
- Gecondoleerd -Simplemente se dice y das la mano, fue lo que me explicó mi marido. Sólo en caso de la gente más allegada, das los famosos 3 besos del saludo (tema del cual ya he hablado antes). Lo cual me parece bastante bien, porque dudo que todos las asistentes estén como para una sesión de 3 besos por cada asistente, en un promedio de unos 100 personas... son muchos besos y otra vez en la despedida...
   Todos en la sala estaban calmados platicando mientras bebían café o té, acompañado por su galletita (costumbre muy holandesa). No llanto, no dolor, no drama, NADA. Eso no parecía un funeral, sino más bien la inauguración de una obra de algún artista. cada tanto tiempo yo volteaba hacia la puerta en donde estaba el difunto, no fuera a pararse para agradecer a los presentes por venir a la presentación de su obra... Aaaiiiyyyykkk!
Iglesia de San Laurencio  en Róterdam
Por Alba Salgado
   Debo comentar que en más de una ocasión me sorprendí por la vestimenta de uno que otro de los asistentes. Mujeres con vestidos o blusas rojos y hombres con bermudas o ropa de colores vivos. E inmediatamente recordé cuando una vez mi madre me prohibió pintarme los labios de rojo, mientras me miraba con ojos de no creer que fuera tan insensible por respeto al luto ajeno. Aún me pregunto lo que había dicho de la mujer en minifalda roja y las altas botas negras que estaba allí. O del tipo que parecía turista alemán en las playas de Cancún. Y bueno si, son otras costumbres.
   Más de uno piensa
- A fulanito (el/la difunta) no le hubiera importado que yo me vistiera así, ¿entonces?
- Emmm, no pues si, no es como que se fuera a morir por la falta de  seriedad... Ups! ya lo está. Pero... - si, allí te das cuenta de tus tradiciones
   Al rato fue la misa en otra sala, bueno, servicio, porque cuando menos ellos no son católicos (la mayoría de las personas son Protestantes), por lo que no había sacerdote, ni cruz ni nada, sólo el ataúd de pino, unas cuantas flores Unos 3 o 4 familiares hablaron frente a los demás, luego un poco de música, a veces un video o presentación sobre la persona y el final.
   Cuando digo final, me refiero a cuál es la disposición del muerto: enterrar o cremar. En caso de cremación. Uno a uno pasarán los asistentes antes de marcharse junto al ataúd para decir el último adiós. Luego, el ataúd bajará por una trampa en el suelo a el área de cremación.
   Los asistentes regresarán a una salita donde se les dará comida y bebida. Cual se fuera la recepción de una fiesta: Meseros pasan con pan relleno de queso, jamón o carne. Café, te o refresco (algunas veces hasta cerveza), mientras hay música suave de fondo. Gente platicando y riendo, mientras comen... Para mi eso es una fiesta, no un funeral.
   En caso de enterrar a la persona, los que trabajan en la funeraria organizarán la procesión en pequeños grupos para caminar entre los pasillos del panteón que está atrás de la funeraria. Te llevan despacio detrás del ataúd y luego organizan los grupos para pasar a decir el último adiós, una vez que lo bajaron a la tumba. No se cubre, no hay llanto, no hay drama. Pasas después a la sala con comida, bebida y risas.
   Antiguamente, se armaba una procesión que caminaba detrás del féretro alrededor de la iglesia, dando tres vueltas y luego se entraba a la iglesia por una pequeña puerta que sólo era usada durante los entierros. Ésto me lo comentó mi marido, que le tocó verlo ya que su padre era vicario en una iglesia. Ahora es menos común que se realicen estas cosas, ya que, como en muchos lados, la modernidad ha ido cambiando las costumbres por cosas más sencillas de realizar.
   Después de una hora, el personal de la funeraria nos dijeron que debíamos salir porque tenían programado otro servicio después de éste, así que con la pena, "el muerto al pozo y le vivo al gozo".
   Digo, cero drama, cero llanto desgarrado (ok, si hubo voces quebradas por llanto, pero no más allá de unas cuantas lágrimas) y luego la comida y bebida? Ya me recordó el funeral de la abuelita de un amigo.
   La señora con bastante sentido del humor, se encargó de todo antes de su muerte:
   Después de fallecer la matriarca de la familia, se despacharon las invitaciones que mostraban un payaso, globos y muchos colores. Mientras que en el interior decía: 
TE INVITO A MI FUNERAL!!!!
Fecha y hora
   En el sitio hubo todo tipo de comida, bebida, grupo musical, globos, piñata y hasta payasos. Dicho funeral terminó siendo el bailongo más memorable del pueblo de los últimos años. Pero bueno, esos son casos más excepcionales. Poco más comunes en mi tierra, son la banda norteña tocando mientras llevan a enterrar al muertito, porque mientras vivía, era de lo más fiestero. Pero nuevamente diré, no es el promedio, sino uno que otro caso.
   Por un lado, no me parece tan malo poder dar un par de días a la familia del muerto a procesar su duelo (ayyy ya soné al psicóloga), es decir: dejar que la idea de la muerte entre en la mente, poder llorar con privacidad y descansar antes de pasar por otro momento doloroso, que bien podría no serlo tanto: decir el último adiós. Al final, cada quien decidirá cómo despedir a sus difuntos.

   Y aunque no me muero por ver a la huesuda, en este día de los muertos, le mandaré sus saludos y le pondré su tequilita para tenerla sonriente...

No hay comentarios: