sábado, 14 de septiembre de 2013

Los nuevos abuelos...

¿Quién no ha escuchado a la gente mayor (muchos de los abuelos) decir: Las cosas ya no son como eran antes....???
   Y la verdad... me parece que, de cierta forma, tienen razón. Pero no sólo hablando de los jóvenes, la música y la moda en el vestir... Sino también en la forma de comportarse, hasta de los abuelos.

   Hace unas semanas escribía sobre la reunión de despedida de uno de mis vecinos. Despedida porque iba a hacer uso de la eutanasia, después de descubrir un cáncer terminal MUY avanzado... Allí comenté que mi OTRA vecina (la del otro lado de mi casa), TAMBIÉN es viuda.
   La mujer debe andar alrededor de los 65 años, con dos hijos y 3 nietos. Quien después de la muerte de su marido decidió seguir viviendo sola en la misma casa en la que vivió con el difunto tantos años. Esta situación no me sorprendió, digo, de cierta forma me recordó las viudas de antaño que después del deceso del marido, jamás vuelven a casarse y se dedican a cuidar de hijos y nietos...

   Lo admito, a pesar de que uno trata ser actual, moderno y acorde con un país de PRIMER MUNDO. Pues como dicen en mi rancho: La chiva tira pa'l monte (regresa a lo mismo). Y yo no fui la excepción... Ahora verán el por qué.

   Y es que, acaso por culpa de tanta película vista en el "Canal de las Estrellas" de la época dorada del cine Mexicano, cuando figuras como Pedro Infante y Jorge Negrete mostraron en películas a los charros típicos mexicanos. Claro, crearon y reafirmaron estereotipos, donde el hombre mexicano era muy, pero MUY MACHO. Mientras que en el caso de las mujeres, también tuvieron su parte de estereotipos de lo que debía ser (MUY mujeres y aguantar... hasta el peso de un piano).. que a la fecha se repiten una y otra vez.
Los 3 Gracía
   Digo, quién no recuerda la película de los 3 García? y las secuelas de la película, donde la veracruzana (Doña Sara García),  aparecía en uno de los personajes que la definirían a ella y a las mujeres mayores por años y años por venir: La abuelita de México.
   A los ojos de los mexicanos, las abuelitas serían como ella: de carácter fuerte, muy fuerte, pero igualmente amorosas. Las cabecitas blancas, dispuestas a criar (pero jamás malcriar) a todos los nietos.Que en muchas de las ocasiones, vestirían el eterno luto, por la muerte del esposo años atrás... Esa, mis queridos lectores,  es imagen de las abuelitas que nos dejó la nunca bien ponderada, Sara García.
   Por lo que yo, muchos mexicanos (y otros tantos extranjeros) llevamos en la mente grabada, gracias a los cientos de veces que han sido transmitidas dichas películas, creando y reforzando un estereotipo, el cual sí, sólo es un patrón o modelo de actitudes o características (ideas o creencias), que tienden a mostrar del pasado... Y que a veces, sin si quiera pensarlo, viene a nuestra mente (en este caso la mía), de forma no planeada.
    Así, con imágenes y conceptos de los cuales a veces no somos siquiera conscientes de poseer, fui viendo mi nuevo entorno en un nuevo país: Holanda. Primero fui conociendo mejor a mi suegra: Viuda, 4 hijos, 8 nietos y 82 años de edad... Quien después de la muerte de su segundo esposo, ha vivido sola en la casa que renta desde hace más de 25 años. Y aunque, por un lado sigue los mismos estereotipos que les he dicho, por el otro tiene su propio coche e inclusive, anda en bicicleta.
   Después... La vecina de a lado. Cuando la conocí (a través de la cerca del patio, semanas después de mi llegada al país). No me pareció nada fuera de lo normal: Viuda, viviendo sola y siendo visitada de vez en cuando por los nietos quienes viven en Texel (una de las islas al norte de Holanda).
   Un día, nos encontramos al bajar cada uno de sus autos. La señora venía con... el novio. Si, a su edad TAMBIÉN tiene su corazoncito y bueno, el señor se veía de lo más agradable, por lo que no me sorprendió en absoluto (al contrario, me dio harto gusto) que la señora buscara con quién compartir su vida.
    Y como todo noviazgo, las cosas pueden ir bien... o mal. Un día, mientras yo trabajaba en la casa. La música que provenía de la casa de a lado era... bueno, BASTANTE fuerte. NO, no era la primeva vez que la señora, cual adolescente, ponía la música a todo volumen. Pero en esta ocasión la repetición del disco, así como de la canción, fue lo que me hizo percatarme de que algo no iba bien:
- Otra vez "What kind of a fool"???? (canción de Barbra Streisand y Barry Gib). - Ya era, si mal no recordaba, la cuarta vez que la escuchaba... Ese día.

- Uhmmm, creo que no le vino bien la ruptura- Comentó mi marido.
- ¿Ruptura?- Yo quería seguir trabajando, pero si iba a tener que seguir aguantando la misma canción, al menos merecía una explicación (por no decir que echar chisme es mejor que seguir trabajando, ¿no?).
- Si, la vecina terminó con el novio.
- Seguro que el muy canalla le salió con una trastada- ¿¿Se nota la influencia del canal de las Telenovelas???
- No, de hecho, ella terminó con él porque él le pidió que vivieran juntos.
- ¿¿¿Ehhhh????- La cuchara de albañil, así como mi quijada, fueron a dar al piso- ¿Cómo va la cosa? ¿ELLA no quiso vivir con él?
- No, según ella me contó hace días, él se puso serio y le dijo que o vivían juntos o que la relación se terminaba. Y como ella no quiere compartir la casa, ni que él se venga a vivir a ésta, porque ella sólo quiere un novio, pues le dijo que Tan-tán (dígase que la canción juntos se acabó).
   Y de allí me di cuenta de varias cosas:
   De lo poco que me fijo en la vida de los vecinos (cosa que no pienso cambiar) y del cúmulo de introyectos (patrones, actitudes o ideas de otros que tomamos sin cuestionar y que simplemente nos tragamos) que iban llegando a mi mente:
¿Cómo una mujer se va a quedar sola en su vejez? ¿Cómo una abuelita va a batear al novio? (Dígase que lo va a mandar lejos) ¿Cómo una abuelita va a querer sólo andar de novia?

   Digo, ¿¿¿Se imaginan el diálogo de Doña Sara García diciéndole a Joaquín Pardavé???:
-Viejo: Juntos, pero no revueltos o como dicen en el rancho: Cada Chango en su liana y cada mono con su banana... SI QUIERES.
 Nooooo, pues no.
   La historia duró (creo) meses, hasta que otro día comenzaron (OTRA VEZ), las canciones de José Feliciano...
- Parece que la vecina regresó con el novio- Fue la respuesta de mi marido ante mi comentario del volumen de las canciones.- Éste accedió a ser sólo novios y que cada quien tenga su propia casa.
- Vaya, me alegra porque ya me estaba hartando Babra, pero ¿¿¿FELICIANO????- (Nop, lo siento, pero José Feliciano no es Santo de mi devoción).

   Tiempo después, cuando estaba arreglando el jardín del frente de mi casa, veo salir a la feliz pareja, ambos en bermudas, con blusa sin mangas, lentes obscuros y agarraditos de la mano subirse al carro de él, quitar el techo del convertible y salir cual bólidos a donde quiera que ellos iban.
   ¡AUTO CONVERTIBLE!!! Digo, eso no es lo que uno se imagina cuando piensa en una abuelita. Y aunque deba ofrecerle excusas a mis amigas Paty y Conchis, quienes son de lo más modernas, reventadas y despapallosas, porque ambas son abuelas desde hace años, pero en parte porque fueron mamás adolescentes. Nop, ESO no es lo que uno piensa cuando dicen abuela... ¿O si?

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